Guerra Comercial

lunes, 4 de octubre de 2010



Luis Gamero Russo, economista

Siguen apareciendo noticias de cierres de fábricas en los EE.UU. Estos frecuentes titulares exacerban los sentimientos más nacionalistas de los norteamericanos. La frustración norteamericana se dirige principalmente contra China, pero también contra Alemania y, en menor grado, contra otros países superavitarios como Brasil, India, Corea, etc. Y la oposición política norteamericana, en reacción directa al déficit comercial y al alto desempleo, está empujando una agenda más proteccionista. Esta actitud parece estar levantando “alarmas” entre los analistas económicos de que se estaría gestando una nueva guerra comercial (que incluiría nuevas políticas proteccionistas y devaluaciones competitivas).

Los déficits comerciales a nivel global son, en el fondo, productos de los desbalances macroeconómicos existentes entre las naciones superavitarias y deficitarias (entre los que ahorran mucho y los que consumen mucho). Y, si bien, la corrección de estos desbalances sería menos onerosa si los esfuerzos de ajuste fueran compartidos entre países deficitarios y superavitarios, la realidad nos demuestra que las presiones por iniciar los ajustes macroeconómicos son, en verdad, de carácter asimétrico; ya que las urgencias por corregir los desequilibrios se presentan con mucho más antelación en los países deficitarios que en los superavitarios.

Últimamente, sin embargo, las naciones superavitarias, especialmente China, también han estado recibiendo presiones políticas de los países deficitarios, sobre todo de los EE.UU. Y, sin duda, que el gran contribuyente de esto es la acusación de que China “manipula” su moneda y mantiene al yuan subvaluado frente a otras monedas. Y si bien en junio pasado, muy a regañadientes, China cedió un poco a estas presiones al anunciar una mayor flexibilidad en el “manejo” del yuan, la revaluación de éste ha sido pequeñísima. Lo cual ha motivado que la Cámara Baja norteamericana se haya decidido a aprobar medidas compensatorias a las importaciones provenientes de los países que “manipulan su moneda” (alias la China). La duda persiste, sin embargo, si en el Senado se atreverán a aprobar también estas medidas e iniciar una guerra comercial abierta con la China. Algunos opinan que no.

Otro país superavitario que está siendo mencionado cada vez más es Alemania. Pero a diferencia de la China, como Alemania pertenece al sistema monetario del euro, no puede ser acusada de “manipular”su moneda. Y existe, más bien, el convencimiento de que sus ventajas comparativas no son “artificiales” sino reales y efectivas, y provienen de una mejor competitividad intrínseca a su economía.

Pero además (quizás en imitación a la China), muchos bancos centrales de países superavitarios, sobre todo de varios países asiáticos y sudamericanos, están interviniendo muy activamente en sus mercados cambiarios para evitar revaluaciones muy pronunciadas de sus monedas. En otras palabras, las están “devaluando artificialmente” y, con ello, estarían generando una nueva ronda de devaluaciones competitivas. Tema que, sin duda, estará siendo discutido en la reunión del FMI de esta semana.

En resumen, las soluciones a los desbalances comerciales mundiales no son fáciles de agenciar porque se necesitarían lograr consensos muy difíciles de conseguir. Mientras tanto, la frustración en los círculos políticos norteamericanos seguirá en aumento, junto con una creciente presión por implementar medidas de carácter más proteccionista.

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One Comment

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Pedro Candela dijo...

Las noticias confirman cada vez más lo que dice este autor. El problema es que si se materializa una guerra comercial entre las dos economías más grandes, EE.UU. y China, nadie saldría ganando...

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