Waldo Mendoza Bellido
Perú ha recuperado su ritmo de crecimiento previo a la crisis externa. En abril crecimos en más de 9 %, y según el último Consensus Forecasts, en este año, después de Brasil, seremos la economía que más crezca en América Latina. El sostenimiento de estas cifras debiera desterrar la idea de remplazar el actual modelo de crecimiento, llamémosle neoliberal, por otro que aun no tiene nombre pero que debe ser muy distinto.
El crecimiento se muestra sólido. Está empujado por factores que pueden defenderse bien si las condiciones internacionales empeoran. Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática, la industria no primaria (la que excluye a la industria que procesa recursos primarios) y la construcción explican casi dos tercios del crecimiento experimentado entre enero y abril.
La industria no primaria ha crecido en 13 % en enero- abril, liderado por el sub sector de prendas de vestir, que ha crecido en más de 50 %. El repunte de las exportaciones a Europa y a América Latina explica esta notable recuperación.
El 18 % de crecimiento en enero- abril consolida el buen ritmo que mantiene la construcción desde mediados de 2009. Este resultado es, además, menos dependiente del fuerte avance físico de obras que se registró en el segundo semestre de 2009.
Por último, según el Banco Central de Reserva del Perú, en el primer trimestre de este año la inversión privada creció en 11 %, luego de tres trimestres de caída consecutiva
En suma, vamos bien. Enfrentando al mismo contexto internacional y con políticas macroeconómicas que no son expansivas, el Perú está creciendo mucho más que los vecinos. El modelo de crecimiento, abierto a la economía internacional y amigable con la inversión privada, funciona aceptablemente bien.
Pero hay un gran pendiente. Es el tema de la presión tributaria. García es un experto en bajarlo. En su primer gobierno heredó una presión tributaria de 15 % del PBI y lo redujo a 7.5 % en 1990. En su actual gobierno lo recibió en 16 % y lo dejará por debajo de esa cifra.
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RSSY en ese propósito el Congreso juega en pared. Ayer la Comisión de Economía ha aprobado una iniciativa legislativa que va a reducir aun más las facultades de la SUNAT.
El problema económico relevante en el Perú no es de crecimiento y estabilidad macroeconómica; el problema es distributivo y de equidad y la política fiscal tributaria debe servir para ese fin. Una Administración Tributaria disminuida y acogotada no puede servir a ese fin de política económica.
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