Germán Alarco
El Ministerio de Energía y Minas acaba de publicar, en mayo del 2010, el potencial aurífero del país. Los resultados son al mismo tiempo importantes, como una seria llamada de atención a nuestras autoridades y la Sociedad en general. De forma muy escueta se reporta que las reservas probadas de oro fino son de 589.7 toneladas métricas y las probables (con menor probabilidad de extraerse) de 1,379.1 toneladas, totalizando 1,968.8 toneladas métricas. El acervo total de oro bajo tierra tendría un valor de US$ 67,386 millones, a precios promedio del 2009, equivalente al 48% del PBI nacional.
Hasta aquí el panorama no se ve mal, pero los problemas resultan obvios cuando comparamos estos resultados con los niveles de producción y exportación anual. Hay diferencias entre las estadísticas de producción y exportación, probablemente por los problemas de la minería informal, pero la exportación según el Banco Central de Reserva del Perú fue en 2009 de 198.7 toneladas. A partir de esa información se puede calcular la relación reservas/producción, que expresa el número restante de años de producción disponibles. El valor es de sólo 9.9 años. Antes del Bicentenario de la Independencia Nacional en 2021, a los ritmos de producción actuales, nos acabaremos esta riqueza. En 2008 las reservas base eran de 2,300 toneladas de oro fino.
Es obvio que en la medida que se lleva a cabo la extracción del oro, también se realizan estudios exploratorios que permiten incorporar nuevas reservas. Los poco menos de diez años de producción restantes no son un número inmutable ni definitivo. Sin embargo, está claramente por debajo de los estándares internacionales del promedio mundial de 20 años de producción de acuerdo al U.S. Geological Survey. En Sudáfrica el oro alcanzaría para 29 años de producción, en Rusia para 27 años, en EE.UU. 14 años. En el ámbito latinoamericano, Brasil y Chile tendrían más reservas que el Perú y les alcanzarían para 40 y 50 años respectivamente.
Los ritmos de extracción son excesivos respecto de nuestras reservas. Tampoco se obtienen ingresos aceptables para el Estado y las articulaciones productivas de la actividad son mínimas. Las empresas mineras, y el gobierno cruzado de brazos, son responsables de esta situación. En aras de los aplausos de corto plazo se están olvidando de las generaciones futuras. Hay que actuar antes que sea demasiado tarde y evitar que el “mendigo sentado sobre una banca de oro” (expresión popular atribuida a Raimondi), simplemente se quede como mendigo a la vuelta de unos pocos años (En: La Primera, 11/6/2010, p.10).
9-6-2010.
El Ministerio de Energía y Minas acaba de publicar, en mayo del 2010, el potencial aurífero del país. Los resultados son al mismo tiempo importantes, como una seria llamada de atención a nuestras autoridades y la Sociedad en general. De forma muy escueta se reporta que las reservas probadas de oro fino son de 589.7 toneladas métricas y las probables (con menor probabilidad de extraerse) de 1,379.1 toneladas, totalizando 1,968.8 toneladas métricas. El acervo total de oro bajo tierra tendría un valor de US$ 67,386 millones, a precios promedio del 2009, equivalente al 48% del PBI nacional.
Hasta aquí el panorama no se ve mal, pero los problemas resultan obvios cuando comparamos estos resultados con los niveles de producción y exportación anual. Hay diferencias entre las estadísticas de producción y exportación, probablemente por los problemas de la minería informal, pero la exportación según el Banco Central de Reserva del Perú fue en 2009 de 198.7 toneladas. A partir de esa información se puede calcular la relación reservas/producción, que expresa el número restante de años de producción disponibles. El valor es de sólo 9.9 años. Antes del Bicentenario de la Independencia Nacional en 2021, a los ritmos de producción actuales, nos acabaremos esta riqueza. En 2008 las reservas base eran de 2,300 toneladas de oro fino.
Es obvio que en la medida que se lleva a cabo la extracción del oro, también se realizan estudios exploratorios que permiten incorporar nuevas reservas. Los poco menos de diez años de producción restantes no son un número inmutable ni definitivo. Sin embargo, está claramente por debajo de los estándares internacionales del promedio mundial de 20 años de producción de acuerdo al U.S. Geological Survey. En Sudáfrica el oro alcanzaría para 29 años de producción, en Rusia para 27 años, en EE.UU. 14 años. En el ámbito latinoamericano, Brasil y Chile tendrían más reservas que el Perú y les alcanzarían para 40 y 50 años respectivamente.
Los ritmos de extracción son excesivos respecto de nuestras reservas. Tampoco se obtienen ingresos aceptables para el Estado y las articulaciones productivas de la actividad son mínimas. Las empresas mineras, y el gobierno cruzado de brazos, son responsables de esta situación. En aras de los aplausos de corto plazo se están olvidando de las generaciones futuras. Hay que actuar antes que sea demasiado tarde y evitar que el “mendigo sentado sobre una banca de oro” (expresión popular atribuida a Raimondi), simplemente se quede como mendigo a la vuelta de unos pocos años (En: La Primera, 11/6/2010, p.10).
9-6-2010.
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RSSSería interesante saber si la que "sobre explota" es la gran minería o la minería informal. Pero... desde el momento que la primera es la única que hace exploración, me atrevo a concluir que la segunda es más culpable. O no?
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