Escribe Pedro Francke
A Patricia Teullet y Rosa María Palacios les ha llamado la atención que sea propietario de acciones en la bolsa de valores, y más aún que tenga acciones de empresas mineras. Para la Teullet, esto le provoca el siguiente comentario, publicado en un diaruio de circulación nacional: “no se pasen”.
A mi no me parece nada extraño ni malo tener acciones. Lo que sí me parece paradójico es que una mujer que se dice liberal se ponga a discutir en público lo que yo hago con mi vida privada y con mi plata. Pensé que era un principio liberal dejar que las personas decidieran sus asuntos: Laiseez faire, laissez passer. Yo al menos sí creo en eso, así que no discutiré ni me meteré en como ella invierte su dinero ni en qué playa pasa el verano. Pero bueno, si quiere discutir porqué yo tengo acciones mineras, le daré el gusto.
Efectivamente, tengo ahorros. Tengo casa y tengo carro. Tengo cuentas en el banco y acciones en la bolsa. Como millones de peruanos y miles de millones de personas en el mundo, guardo dinero para mi vejez, para precaverme frente a cualquier problema, para darle a mis hijas oportunidades en su vida y porque creo que usaré mejor ese dinero en el futuro.
Si escribo y hablo a favor de los pobres es porque quisiera que los 12 millones de peruanos pobres y de 2 mil millones de pobres en el mundo también puedan tener un respaldo económico que les de seguridad. Para mí, el verdadero éxito personal no es que solamente yo esté mejor económicamente hablando, sino que logremos un bienestar social amplio. No creo en la malinterpretada fábula smitihiana que dice que cada individuo persiguiendo estrictamente su propio interés logrará el bienestar colectivo. Por el contrario, creo que los pueblos que progresan son aquellos donde cada persona tiene en cuenta el interés general y donde se logra generar una accion colectiva eficaz, y trato de actuar en consecuencia. Pero tampoco creo en la también malinterpretada postura “comunista” de la igualdad absoluta y del predominio completo del “interés común” sobre el individuo. Por el contrario, la acción colectiva debe procurar darle a todas las personas las mejores oportunidades para que cada uno pueda buscar su propio camino a la felicidad, dando espacio a que cada individuo escoja la vida que tenga más sentido para sí.
¿Para estar en contra de la pobreza y la desigualdad, hay que ser pobre? ¿Sólo quienes viven marcados por estrecheces económicas pueden querer un mundo más justo? No lo creo. Quiero un mundo sin pobreza y con justicia social porque creo que es lo moralmente bueno. Es lo que debe ser. No tenemos, los seres humanos, porqué aceptar que otras personas sufran muerte temprana, padecimientos y falta de oportunidades, pudiendo evitarse. Yo sería más feliz sabiendo que no hay niños que se mueren de enfermedades evitables o ancianos sin sustento.
Si quiero eso, ¿debería repartir de inmediato todo mi dinero entre los pobres? ¿Debería también rematar mi carro, vender mis ternos, dejar de ir al cine y mudarme a una casa de esteras encima de un arenal o a una casa de piedras en la puna a 4 mil metros de altura? Sin duda, hay gente buena que hace eso. Tengo amigos que han vivido en condiciones aún más duras, de puro compromiso con los pobres, y los admiro por eso. No soy tan altruista. Como muchas personas, tengo un equilibrio entre mi bienestar personal y mi preocupación por los demás que no llega a esos extremos. Debo confesar que tener agua caliente cuando me ducho en las mañanas es para mí una necesidad. Pero al mismo tiempo que cuido mi propio bienestar y compro las cosas que me gustan, también pongo esfuerzo y dedicación en buscar mejorar la suerte de quienes peor la pasan en nuestro país.
Parte de mi cuidado personal es el ahorrar y tener algún patrimonio. Me siento más seguro así. Parte de esos ahorros los tengo en acciones de la bolsa de valores y en fondos mutuos: para algo me servirá ser economista y conocer un poco sobre cómo sacarle más rendimiento al dinero. No soy un jugador de bolsa que sigue las acciones todos los días: eso me aburre. Pero sí sé que la inversión financiera puede ser una opción altamente rentable a largo plazo manejada con cautela y diversificación, y tras algunos traspiés iniciales, me ha ido bien en los últimos años. Señorita Teullet: ¿Algún problema con eso, o los izquierdistas solo tenemos su permiso para ahorrar guardando billetes debajo de la cama?
Entre otras, tengo acciones de empresas mineras. Al mismo tiempo, creo que esas empresas deben pagar más impuestos, cuidar más al medio ambiente y respetar las comunidades donde se encuentran. Sí, efectivamente, defiendo públicamente una política que no me conviene financieramente: si se estableciera el impuesto a las sobreganancias mineras que yo creo es justo, mis acciones perderían valor. Si el estado fuera estricto exigiendo respeto al medio ambiente, como yo creo que debería ser, tal vez algunas de mis acciones perderían valor. Si hubiera un impuesto a las ganancias que hacemos quienes tenemos acciones, tendría que pagarle más al fisco. Pero me parece que es lo mejor para el país. Así que estoy actuando contra mi propio interés financiero inmediato, por un convencimiento moral. Yo sé que a alguna gente eso le puede parecer un poco extraño. Pero así soy yo. Y si no les gusta, pero son liberales de verdad, simplemente no se metan con lo que no les importa.
Hay algo más: desde un año atrás, como he ganado buen dinero en la bolsa y el estado no me cobra impuestos, he decidido que la mitad de las ganancias obtenidas por mis acciones las voy a dedicar a reducir la pobreza en el Perú. En dos ámbitos: acciones sociales directas, como un colegio que apoyo en Apurímac, y haciendo campaña a favor de políticas por una distribución más justa de la riqueza. Así que esta es la última paradoja: por esta vía, las extraordinarias ganancias mineras van a terminar financiando parte de las iniciativas porque paguen más impuestos.
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RSSMe parece coherente lo que expresa el señor Francke. Según la señora Tuellet ¿quien predica bienestar social no tiene derecho a invertir su dinero?
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