Educación: Demasiado Mala,Demasiado Buena

martes, 13 de febrero de 2007

Javier Iguíñiz Echevarría.


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Es ya de sentido común afirmar que un buen sistema educativo es una condición necesaria para el crecimiento de la economía a largo plazo. De ahí se deriva una especie de diagnóstico sobre el Perú de hoy según el cual un límite al progreso de la economía es la mala calidad de la educación en el país. Faltaría, pues, mano de obra calificada o calificable. Esta situación afectaría a muchos jóvenes y mayores, hombres y mujeres, que tendrían un problema difícil de remontar, cual es el de su baja "empleabilidad". El problema sería así del sistema educativo que produciría trabajadores que por ser inempleables no serían capaces de aprovechar las ventajas del mercado. Este es, dicho sea de paso, uno de los múltiples ejemplos de la táctica de muchos denominada "acusar a la víctima" para evadir responsabilidades. Sin dejar de reconocer que hay un serio problema de calidad educativa y de pésima preparación de maestros, en esta columna vamos a proponer la necesidad de cuestionar el enorme dominio de esta perspectiva de oferta del problema del empleo y de la educación.

El problema es también de demanda de calificaciones desde la economía. Es, en efecto, normal declarar que en el Perú "no hay trabajo". Sabemos que sí lo hay, y que el problema es que la gente trabaja demasiado y en pésimas condiciones para sobrevivir, pero una buena parte es el creado por el propio trabajador debido a la insuficiente demanda de las empresas formales. Otra conocida expresión de esta carencia de puestos de trabajo calificado es la emigración internacional. El Perú exporta personal calificado porque la demanda que hay es a remuneraciones miserables y aún así es insuficiente para ocupar a la PEA calificada del país. Un problema en el mundo laboral es el denominado "discordancia profesional". Consiste en la escasa relación que existe para la gente entre calificación y remuneración y entre esa calificación y la naturaleza del trabajo que se realiza. (Ingenieros ganando 800 soles, médicos taxistas, etc.) Según un estudio al respecto, casi la mitad de los egresados de universidades se encuentran laborando en actividades para las que no se prepararon. Los que han estudiado más años que los que se requieren para el trabajo que hacen llega a más de un tercio. Podemos decir, pues, que en el Perú no solo faltan calificaciones sino que también están de hecho sobrando, que las desperdiciamos. Esa situación humilla y desmoraliza a los profesionales y técnicos que el país genera, e indirectamente a los que los han formado.

Además, creemos que hay una desmoralización del sistema educativo por la escasa inversión e innovación tecnológica que ha habido en las empresas públicas y privadas durante las últimas décadas en el Perú. Después de todo, ¿para qué mejorar la calidad de la educación si es que no habría suficiente demanda por ella? ¿Por qué hacerlo si es que los egresados terminan consiguiendo trabajo en actividades que no requieren de una educación de mejor calidad? ¿Para qué mejorar la educación si es que la política laboral del gobierno propicia la competitividad basada en el cholo barato y no en el aumento sólido de la productividad? ¿Para qué calificar mejor si es que las empresas no lo reconocen en el momento de negociar las remuneraciones? Es seguro que buena parte de la educación es demasiado mala, pero a la vez demasiado buena para lo que la economía actual demanda en realidad. Un increíble absurdo de la economía actual es que exporta capitales y personal calificado.

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