Deuda Norteamericana

viernes, 26 de agosto de 2011




Germán Alarco Tosoni
Investigador CENTRUM Católica

La reducción de la calificación de la deuda norteamericana por parte de Standard & Poor´s está generando impactos en los diferentes mercados en el corto plazo. El conocimiento de los detalles del acuerdo bipartidario sobre el tope de la deuda en EUA es importante para evaluar los efectos probables sobre la economía internacional en el mediano y largo plazo. En esa perspectiva, diversos analistas señalan que el trato alcanzado es negativo para la demanda y producto estadounidense y por ende para la economía mundial. El mismo no impactará positivamente en las inversiones, no estimulará el crecimiento económico, ni corregirá la creciente concentración en la distribución del ingreso y afectará la creación de empleos. 

El acuerdo sólo permite una salida temporal al problema del tope de la deuda, ya que sólo la eleva en US$ 2,100 billones americanos (US$ 2.1 billones en nuestra denominación en español de aquí en adelante). La empresa consultora EIU estima para 2011 un déficit público equivalente al 9.2% del PBI. Con otro déficit, financiado a través de la emisión de bonos del Tesoro, entre el 6 y 7% en 2012 se alcanzaría el nuevo límite. Frente a esta realidad, en los documentos oficiales se señala que el acuerdo eliminaría toda la incertidumbre sobre el tema hasta 2013.

A cambio de esta salida, las contrapartidas exigidas son diversas. No hay aumento de impuestos y todos los ajustes se darían por el lado del gasto. Un primer componente, para los primeros diez años del acuerdo, autoriza recortes en los gastos por US$ 1 billón, entre gastos de defensa y otros sectores. Dentro de estos se prevé US$ 0.35 billones de reducción en gastos de defensa. El segundo componente se refiere a la creación de un comité específico que debe determinar reducciones adicionales en el déficit por US$ 1.5 billones. La fecha límite para votar estas sugerencias es el 23 de diciembre del 2011. Si no hay acuerdo, a partir del 2013, se iniciarían recortes automáticos del gasto doméstico y de defensa. Se protegerían los gastos en la seguridad social, Medicare y los programas a favor de grupos de menores ingresos.

Estos programas de reducción del déficit público a través del gasto público son perfectos para deprimir la demanda, en circunstancias en que la incertidumbre impacta negativamente sobre el gasto privado. Con menor demanda y capacidad instalada ociosa, las razones para invertir son reducidas. Con la salvedad de lo que pueda ocurrir con las exportaciones, el escenario de demanda-producción norteamericana sería depresivo, impactando negativamente en la generación de empleos y sobre la economía mundial (En: La Primera, 19/8/2011, p.13). 

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