Waldo Mendoza Bellido
Una de las pocas propuestas atendibles de Humala es el del tratamiento tributario que debe darse a la minería. Su propuesta ha tenido tanta pegada que hasta PPK se lo ha comprado, matizándolo. Más candidatos prometerán cobrar más a las mineras, aunque algunos, como García en 2006, lo harán solo para la foto.
Hay razones que justifican el tratamiento discriminatorio a la minería.
Primero, porque el mineral es un recurso no renovable. Solow y Stiglitz plantearon en 1974 que la explotación de minerales reduce el stock de capital natural de la economía. En 1977, Hartwick, en la regla que lleva su nombre, propuso que el Estado tome parte o la totalidad de la renta o ganancia extraordinaria, y lo invierta, para mantener el capital total intacto.
Segundo, porque el mineral es del Estado, tal como lo establece el Art. 66 de Nuestra Constitución. Solo por ser dueño, el Estado debe recibir un pago por el derecho a explotar el recurso, adicional al pago de impuesto común a otros sectores
Tercero, porque dada la dificultad del ingreso de nuevas firmas a este tipo de industrias, porque el recurso natural es un factor fijo, existe renta, incluso en el largo plazo.
El carácter no renovable de los recursos y la propiedad estatal de los mismos, justifican, por si solos, la aplicación de un impuesto, por encima de lo que pagan los otros sectores, al margen de si existe o no renta. Es decir, aun cuando no haya renta, el estado debe recibir un pago por ser propietario y porque necesita renovar el stock de capital destruido por la explotación de recursos no renovables.
En esa dirección, debe considerarse la creación de un impuesto específico para la minería, similar al de Chile, como un porcentaje de la renta imponible. La tasa a aplicar debiera permitir alcanzar un monto de ingresos para el Estado, incluyendo las regalías, que permita financiar la inversión en capital físico y humano necesario para reponer el stock capital natural perdido por la explotación minera. Para reparar el defecto del canon y el óbolo minero, estos recursos debieran gastarse en las zonas pobres del país que no gocen de la bonanza minera.
Con una contribución mayor de la minería al fisco y el buen uso de esos recursos, el actual modelo de desarrollo, que triplicó el PBI en los últimos 10 años, puede quedarse a vivir en el Perú.