Germán Alarco Tosoni
Investigador CENTRUM Católica
Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Albert Einstein
Mucho del arte de la vida consiste en extraer enseñanzas de los problemas, ver el lado positivo de las cosas, seguir adelante, procurar ser feliz. Por eso, demuestra una sociedad su real potencial, cuando aprende y extrae lecciones de una crisis. Sin embargo, cuando leemos en la prensa las declaraciones de nuestras autoridades, comprobamos que éstas todavía se niegan aceptar que la crisis actual está cambiando al Mundo. Y, comprobar esto es algo que nos debe preocupar.
No vamos a discutir si esta perspectiva se debe a la realidad o una creación virtual de los medios de comunicación o un mero producto de la contabilidad creativa del INEI. Nos basta con recordar, que las crisis son un característica permanente de las economías de mercado, que mutan en el tiempo y que más temprano que tarde habrá una nueva crisis, para la cual debemos estar preparados.
Algunas enseñanzas de otras crisis previas
Con la crisis de los años treinta en los EE.UU., el Pdte. Roosevelt estableció en el New Deal algunos de los programas e instituciones que en este momento evitan que la crisis actual se haga más profunda: refinanció las hipotecas que poseían los sectores medios, estableció sistemas que tenían como objetivo impedir el descenso de los precios agrícolas, legisló sobre el papel de los sindicatos, estableció salarios mínimos, creó pensiones para los trabajadores jubilados y un seguro contra el desempleo, también, el sistema de seguros de depósitos para los ahorristas de los bancos y una comisión para supervisar los mercados de valores, programas de gasto e inversión pública que proporcionaron empleo a 14,5 millones de trabajadores. Luego de otra crisis, en diciembre de 1913 se creó el Sistema de la Reserva Federal (Banco Central) con los objetivos múltiples de procurar la estabilidad en los precios, promover mayores niveles de empleo y moderar las tasas de interés a largo plazo, con claros objetivos anticíclicos.
Otro caso paradigmático se produjo con la detonación de la pequeña crisis a propósito de los problemas, y posterior quiebra, de la empresa de energía Enron en 2001, misma que también arrastró a Arthur Andersen, una de las empresas de auditoría más grandes del mundo. A estas se sumaron problemas en otras empresas como WorldCom y Tyco, que condujeron a la promulgación de la ley Sarbanes Oxley en 2002. Esta norma estableció nuevas normas de contabilidad y de protección al inversionista, que exigían no sólo más transparencia, mayores responsabilidades a los directivos de las empresas, la creación de una entidad supervisora de las empresas de auditoría independientes, la separación de funciones entre las firmas de auditoría y de consultoría, la instalación de comités de auditorías independientes en las empresas que se cotizan en la bolsa de valores, entre otras. En el Perú, en cambio, seguimos contando sólo con unos principios (recomendaciones) del buen gobierno corporativo que no son de carácter obligatorio y de un informe sobre el grado de cumplimiento de estas normas que se basa en una autoevaluación de la propia empresa.
Actual proceso de aprendizaje
Las marchas y contramarchas con relación al rescate financiero actual nos proporcionan enseñanzas sobre lo que se debe y puede hacer. El programa inicial de Bush para la compra de activos tóxicos sólo se ejecutó parcialmente, sin embargo al retirar malas deudas de los bancos premiaba a los que actuaron con descuido generando problemas de riesgo moral e incentivos perversos. De ahí se pasó a un esquema intermedio donde el gobierno norteamericano entró a participar en el capital de los bancos y garantizó pasivos contingentes (probables deudas sin posibilidad de recuperación). La tercera etapa es la del programa de compra de malas deudas a través del mercado propuesto por Geithner y Summers, sujeto aún a fuertes críticas. Al respecto, lo primero que debería hacerse es decidir si se debe apoyar a los bancos o simplemente a los depositantes. ¿Existe realmente riesgo sistémico?. Luego, si se opta por la primera alternativa, exigir que los bancos se capitalicen. Después, otorgar líneas de crédito que podrían convertirse en patrimonio, si los bancos incumplen en sus compromisos. Por otra parte, debemos también aprender que la crisis puede servir para promover otras actividades prioritarias con perspectiva de largo plazo, tales como las establecidas en EE.UU. a favor de la eficiencia energética y las energías renovables.
Opciones a la vista
La magnitud de la crisis ahora parece más clara. La caída del PBI estadounidense, durante 2009, se ubicaría entre 2.5 y 3.5%, pero nada indica que la recuperación este a la vuelta de la esquina. La mejora en los mercados de valores refleja la recuperación natural luego de los sobreajustes que se producen en las fases iniciales de la turbulencia, cuando todo es incertidumbre. La recuperación de los 5.7 millones de empleos perdidos hasta la primera quincena de mayo es remota. A la fecha sólo se ha aplicado política fiscal y monetaria anticíclica. Como lo plantea Anwar Shaikh, no se ha hecho frente a la problemática de la desigual distribución del ingreso, que es la raíz de los problemas de demanda efectiva y de bajo crecimiento que agobian a la economía norteamericana. La agenda en lo internacional no sólo debe limitarse a la mejora de los mecanismos de regulación y de supervisión; debería incluir la problemática de la reestructuración del sistema financiero internacional, discutir el rol de los mercados y la ética global. Es esencial discutir como compatibilizar el cambio tecnológico con la generación masiva de empleos dignos.
En el ámbito interno la situación es más dramática ya que sólo con política fiscal y otro poco de política monetaria anticíclicas, se pretende superar la coyuntura. Las políticas sistemáticas e institucionales propias de los EE.UU. corresponden en nuestro país a políticas discrecionales que dependen de la buena voluntad del Poder Ejecutivo y del Directorio del BCRP. Se trata en cambio de institucionalizar de aquí para adelante la política monetaria y fiscal anticíclicas. La política industrial es urgente para mejorar la articulación entre los sectores exportadores y la economía interna. Resulta imprescindible enfrentar la problemática distributiva y la pobreza con firmeza. Ojala no digamos que hemos aprendido poco de la crisis. Es hora de romper con el estigma de que somos una sociedad con reducida capacidad de aprendizaje.
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RSSEsa palabra de 'política industrial' me suena a música celestial, si este gobierno quisiese impulsar nuestra industria hace rato lo habría hecho, sin embargo sus actos indican que la industrialización del país no le interesa en lo más mínimo.
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