Luis Gamero Russo
El término “bipolar” en medicina se refiere a un trastorno síquico de doble personalidad, en que coexisten extremos eufóricos y depresivos. El afectado suele oscilar entre la alegría y la tristeza de una manera mucho más marcada que las personas normales. En la fase maníaca, las personas se comportan de forma hiperactiva, desordenada, acelerada, etc. En la fase depresiva, las personas suelen entrar en un estado de ánimo de tristeza, y hasta caer en la depresión más aguda. El mayor riesgo de esta fase es el suicidio.
En eso estamos con respecto a la economía mundial, en la que conviven los países más desarrollados y altamente endeudados, y los países emergentes con bajas deudas. Por su peso relativo en la economía mundial, todavía predominan los países depresivos, pero esta relación está cambiando rápidamente. Los países hiperactivos, sobre todo del Asia y América Latina, vienen ganando una mayor participación en la producción y comercio mundiales, desplazando cada vez más a los depresivos del Norte. Además, estos países han aumentado últimamente su demanda de materias primas, contribuyendo también a la subida de precios internacionales de estos productos.
Para colmo, en estas últimas semanas se vienen dando noticias alarmantes de ciertos eventos (un alto y terco desempleo en los EE.UU., agravamiento de la crisis de deuda soberana en Europa, subida de los precios de las materias primas, revueltas en el Medio Oriente, y terremoto en el Japón), que nos conllevarían a un agravamiento de la fase depresiva de la “bipolaridad” mundial. Pero como se siguen aplicando remedios anticíclicos de compensación (Quantitative Easing 2 en los EE.UU., compras de bonos en Europa, inyección de liquidez en Japón, etc.), los cuales en conjunción con los eventos alarmantes, causan subidas de precios en ciertas materias primas. La fase depresiva, entonces, amenaza con pasar rápidamente a una fase de mucha mayor euforia o inflación. Con el grave riesgo, además, de que concurran simultáneamente ambas fases del paciente, la inflación y la recesión, en lo que comúnmente se conoce como estanflación.
Esto sería el suicidio mismo, pues salir de tremenda situación contradictoria resultaría muy difícil. Mientras tanto, los europeos siguen pateando latas y postergando lo inevitable, los norteamericanos siguen inflando su economía con la maquinita, a lo que se han unido los japoneses, el precio del petróleo amenaza con quedarse arriba, los de los alimentos también, y los emergentes eufóricos van a tener que calmarse un poco antes que les suba mucho la bilirrubina…