Germán Alarco Tosoni
Investigador CENTRUM Católica
Los recientes problemas en las plantas nucleoeléctricas japonesas son un llamado de atención al mundo entero. Es inadmisible que se construyera la central de Fukushima con una capacidad para resistir terremotos de sólo 7.9 grados en la escala Richter, cuando el territorio japonés había sufrido recientemente sismos de la escala 9. También es un despropósito de la Presidencia de la Republica aprovechar la dramática circunstancia internacional para imponernos el también problemático programa hidroeléctrico del Brasil y de insistir en la electrificación con base a un recurso escaso como el gas natural, al declarar al Perú como país libre de la energía nucleoeléctrica por los próximos cien años.
El principio base de cualquier sistema eléctrico nacional es la diversificación de las fuentes de energía. Hay que proporcionar energía suficiente, a los menores costos, sostenible y con reducidas emisiones al ambiente. No existe una fórmula única para todos los países. Esta varía de acuerdo a la disponibilidad energética y costos. Se requiere la energía hidroeléctrica, las térmicas convencionales que utilizan petróleo residual o carbón, las plantas de ciclo combinado de gas natural, la energía geotermoeléctrica, otras energías renovables como la eólica, solar, el aprovechamiento de biomasa y los residuos. La energía nuclear no genera emisiones de gases efecto invernadero (GEI) y de lluvia ácida (GLLA) como los hidrocarburos, razón por la cual no debe ser descartada.
La inversión en una planta hidroeléctrica fluctúa entre US$ 1,200- 2,000 por kilowatt (KW) de capacidad. Sin embargo, dependiendo de su dimensión, inutiliza grandes superficies de terreno para el almacenamiento de agua, implica la reubicación de poblaciones, destruye biodiversidad y posibilidades de captura de bióxido de carbono. La inversión por KW en la energía nucleoeléctrica es de alrededor de US$ 2,000 y comparte con la energía carboeléctrica – más contaminante- y la geotermoeléctrica los más reducidos costos unitarios de generación.
Los accidentes nucleares emiten radiación que destruyen la vida, aunque hay radiación en todas partes. Por el lobby de los hidrocarburos nadie lleva el conteo de los enfermos y muertos por las emisiones de GEI y GLLA. Es posible que sean superiores a los de accidentes nucleares. Hay que pedirles a nuestras autoridades que sean responsables. No desechemos la energía nuclear como opción válida para el Perú en un futuro cercano. El gas natural no es un recurso abundante y las represas orientadas a abastecer al Brasil tienen muchas aristas por evaluar y problemas por resolver (En: La Primera, 25/3/2011, p.10).