Escribe Félix Jiménez
Oscar Dancourt dice que el error de Waldo es hacer depender el desempeño de economías como la nuestra exclusivamente del modelo de crecimiento. Yo creo que su error es otro. Waldo define al modelo neoliberal como aquel “amigable con la inversión privada” y pone como ejemplos a Chile, México, Brasil y Colombia. ¿Es este realmente el conjunto de países representantes del neoliberalismo? En los casos de México y Colombia, parece no haber duda. Pero la economía mexicana no calza con la definición de Waldo. Según Jaime Ros, la economía mexicana no es amigable con la inversión privada porque la política económica neoliberal adoptada México desde mediados de los ochenta "no ha logrado resolver los problemas del país y estancó el crecimiento económico". En su artículo Estancamiento y Crisis de la Economía Mexicana, 2009, sustentó sus aseveraciones con los índices del PBI de 1940 a 1981, que registraron un crecimiento de 3.2%, en tanto que de 1990 a 2005 retrocedieron a 1.5%. Por otro lado, Jaime dice que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) “no ha repercutido aún en las empresas ni en los productores mexicanos”. Por el contrario, a través de dicho tratado “ha ingresado a México un mayor número de importaciones y, para el caso de los productores, casi han desaparecido por completo los créditos para el campo”. Finalmente, a la desaceleración del crecimiento a partir de 1982 hasta la fecha, se agrega el retroceso de la productividad total de los factores (PTF).
El error de Waldo, entonces, es conceptual, teórico. Su definición de modelo neoliberal no tiene una buena evidencia empírica. Por su parte Dancourt comete, al parecer, otro error teórico. Luego de afirmar que el desempeño macroeconómico de economías como la nuestra depende del: 1) contexto externo, 2) de la política macroeconómica y 3) del modelo de crecimiento, dice que «un error común que se comete, como Waldo en (su) artículo, es atribuir el mejor o peor desempeño macroeconómico exclusivamente al modelo, olvidando los otros factores». Claramente confunde modelo económico con modelo de crecimiento, y no toma en cuenta que las políticas macroeconómicas influyen en el comportamiento de largo plazo de las economías, retardando o acelerando la tasa de crecimiento económico.
Para centrar el debate propongo, entonces, lo que la teoría económica no convencional entiende por modelo económico, y sobre esta base, precisar que se entiende por modelo económico neoliberal. Un modelo económico es la forma de producción basada en un patrón específico de acumulación de capital que da lugar a un determinado liderazgo sectorial y de demanda en el crecimiento económico. Con base en esta definición podemos decir que la forma de producción que se orienta hacia las exportaciones en su versión neoliberal implica la liberalización al máximo de los mercados y, en particular, del mercado de trabajo, la reducción significativa de aranceles o su eliminación, y la asignación de un papel subsidiario y neutral al Estado. El modelo económico incluye una estructura de precios relativos, una forma de financiamiento y una estructura de demanda que determinan, conjuntamente, el patrón de crecimiento (quién lo lidera) y el tipo de tecnología que se adopta. Por su parte, estos dos últimos, el patrón de crecimiento y la tecnología, determinan los niveles y la calidad de empleo de la fuerza laboral.
Las reformas neoliberales y la naturaleza de la política económica determinan la estructura de precios relativos clave (fundamentalmente el salario real). Las reformas son las que configuraron un tipo de institucionalidad, o un contexto institucional, que incluye la Constitución y las leyes vigentes dictadas durante el fujimorato. (Es claro que el sistema sociopolítico influye en el nivel de desarrollo institucional, pero este es un tema que no abordaremos aquí). Para North (Institutions, Institutional Change and Economic Performance, 1990) estas son las reglas «formales». A estas se suman las «informales» que se refieren a los códigos de conducta, costumbres y valores que influyen en el comportamiento de consumidores y empresarios.
¿Qué significa entonces cambiar el modelo neoliberal? Primero, cambiar la Constitución y los tratados de libre comercio. Tiene que cambiar, también, la legislación que desregula el mercado de trabajo y vulnera los derechos a los trabajadores. Segundo, en los casos de las políticas monetaria, cambiaria y fiscal, sólo hay asegurar su manejo eficiente de las dos primeras e institucionalizar la regla contracíclica en la última, pero junto con una profunda reforma tributaria. Tercero, si no hay cambios en la Constitución, el Estado no podrá intervenir con políticas sectoriales y de otro tipo para desarrollar mercados internos, agroindustria y otras actividades manufactureras.
¿Por qué debe cambiar el modelo económico neoliberal en el Perú? 1) Porque es un modelo que alienta la competitividad mediante la apertura comercial indiscriminada y con salarios estancados. 2) Porque es un modelo primario exportador, extractivista, desindustrilizador, que no genera empleo sostenible y afecta al medio ambiente. 3) Porque alienta la dependencia del crecimiento de los capitales extranjeros (tanto con endeudamiento externo de la banca local y de las inversiones extranjeras sujetas a «estabilidad tributaria»). La inversión privada local o nacional no aumenta sostenidamente. 4) Porque descuida el desarrollo y expansión de los mercados internos, con lo cual conspira contra la inserción competitiva de la economía en los mercados internacionales, mediante aumentos sostenidos en la productividad. 5) Porque ha sacrificado la capacidad del Estado para hacer políticas sociales de calidad (salud, educación, seguridad social) al mantener una estructura tributaria regresiva y aceptar la práctica de los «óbolos» mineros. 6) Finalmente, porque el modelo económico neoliberal ha acentuado la desigualdad y la exclusión, empeorando la calidad de vida de la inmensa mayoría de la población.
Archive for enero 2010
La ofensa del neoliberalismo
Gonzalo Aguilar Riva
Reviso el artículo del profesor Waldo Mendoza (“En defensa del neoliberalismo”, publicado en El Comercio el 19 de enero de 2010) e intento descubrir de alguna forma qué debiera entender por neoliberal. Entonces lo leo una vez más y descubro que hace referencia al actual modelo “neoliberal”. No al pasado, ni al futuro, sino al actual. No logro comprenderlo aún. Mientras rebusco una expresión concreta de tal abstracción, recuerdo sus clases de Macroeconomía, en las que afirmaba, ante el silencio cómplice de 35 estudiantes, que eso de modelo neoliberal es una simple etiqueta. Y en este momento caigo en la cuenta de que la “etiqueta” ha de ser enorme, pues, según usted, el Perú está felizmente en (este) grupo, junto con Brasil, Chile, Colombia y México.
Ocurre, según su percepción, que estos países tienen un modelo “neoliberal” de desarrollo, y opone a éstos un modelo de desarrollo como el argentino, el boliviano, el ecuatoriano o el venezolano (modelo sin nombre, y en el que, según su parecer, encajan todos perfectamente). En resumen, afirma que como en Argentina, Bolivia, Ecuador y Venezuela la intervención estatal entorpece el funcionamiento de la economía, es mejor quedarse como estamos. Comete una “falacia non sequitur”, pues para usted existen únicamente dos posibles modelos de desarrollo, y sólo es posible escoger entre ellos.
Aún si aceptáramos esta simplificación bimodálica, no resulta difícil estar en desacuerdo con su conclusión. Y es que no basta con afirmar, como lo hace, que en el grupo de países con un modelo neoliberal de desarrollo la inflación ha dejado de ser un problema, ni que el crecimiento del PBI ya se restableció.
Centremos la atención en el Perú: en primer lugar, no es cierto que la inflación haya dejado de ser un problema (revisar la última investigación de Zegarra y Tuesta acerca del impacto de la inflación en alimentos de 2007 sobre el déficit calórico), aunque es evidente que está lejos de alcanzar las escandalosas cifras del primer gobierno aprista. En segundo lugar, tampoco es cierto que el crecimiento del PBI se haya restablecido (según la RAE, restablecer significa volver a establecer algo o ponerlo en el estado que antes tenía), pues incluso las dudosas cifras del INEI muestran una lenta recuperación de la economía, mas bien cercana al 1% alcanzado en 2009.
Finalmente, y por si lo anterior resultara poco, habría que preguntarse para qué han servido tantos años de crecimiento. Como usted mismo afirma, el actual modelo de desarrollo tiene el gran lastre de que no ha logrado que dejemos de ser uno de los países más desiguales en América Latina. Y no sólo eso: la pobreza rural se ha mantenido prácticamente inalterada, el salario real sigue estancado en el nivel que tenía en los 70´s, la educación pública y privada es cada vez peor, el sistema de salud es pésimo, las pensiones de jubilación son una miseria, la corrupción se ha institucionalizado en todos los niveles. Y más todavía: un terremoto nos demuestra que la ilusión del pleno empleo, banderita enarbolada de los defensores del modelo peruano, no sirve de nada, pues la miseria se ha vuelto a apoderar de miles de personas. Y es que todas éstas son consecuencias no sólo del neoliberalismo (etiqueta que usted parece haber puesto a las dos últimas décadas de gobiernos en el Perú), sino del capitalismo en general.
¿Pretende usted, realmente, que es mejor quedarse como estamos? Una vez más, no basta con afirmar que para que el crecimiento sea sostenido y socialmente aceptable…tenemos que enfrentar mejor los choques externos. ¿Cómo enfrentar mejor los choques externos en una economía primario exportadora? Es cierto que la política monetaria y macroeconómica podrían servir como instrumentos para hacerlo, pero ¿no es acaso mejor reorientar el aparato productivo, reduciendo la vulnerabilidad frente a estos choques?
Es cierto que hay una enorme tarea (…) para la política fiscal, que tendrá que elevar sustantivamente la presión tributaria. ¿A quién, profesor Mendoza, presionamos? ¿Estaría de acuerdo con eliminar las exoneraciones tributarias? ¿Con establecer un impuesto a las sobreganancias? ¿Con escalonar el impuesto a la renta? Imagino que en su percepción eso podría espantar a la inversión privada, la fuente más importante del crecimiento económico sostenido. Una inversión privada que en el Perú se ha encargado, en alianza con el Estado, de promover, precisamente, un modelo de desarrollo que permite que se despidan trabajadores durante la crisis, cuando durante años esas empresas obtuvieron millonarias utilidades que jamás se vieron reflejadas en los salarios y en las condiciones laborales de los explotados, un modelo de desarrollo que asesina y persigue indígenas porque no están dispuestos a aceptar que sus tierras estén al servicio del gran capital, un modelo de desarrollo que secuestra trabajadores y encarcela dirigentes mineros. Porque eso es lo que pasa aquí, en el Perú.
Los modelos de desarrollo no son abstracciones bien intencionadas para la nación, son propuestas ideológicas al servicio de unos y no de otros. El Estado orienta sus políticas según intereses, que no siempre son los de la mayoría. Y entonces me pregunto, ¿quiénes ganaron durante todos estos años en el Perú? Y ahora le pregunto a usted, ¿a quién le convendrá que nos quedemos como estamos?
Receta escéptica para comparar modelos.
Oscar Dancourt[1]
Abre su periódico y se encuentra usted con una frase críptica: si cambiamos de modelo en estas elecciones, nos fregamos. O esta otra: las cifras demuestran que el modelo de Pinochet es mejor que el de Velasco.
Si fueran distintos modelos de automóviles, para averiguar cual es el mejor respecto a velocidad, frenos y manejo en curvas, habría que escoger un mismo piloto y un mismo circuito para probar los autos. Si se define que el mejor auto es el que mas rápido da una vuelta al circuito, seria fácil saber cual es. Pero si cada auto se prueba en un circuito diferente y con un piloto distinto, la cosa se complica. Si el auto A dio la vuelta en el menor tiempo, ¿eso refleja que el circuito es menos trabado, que el piloto es un campeón de formula 1 o que el auto A es el mejor? El A podría ser el peor auto.
Lo mismo ocurre con las discusiones sobre cual es el mejor modelo para impulsar el crecimiento económico del país. Para comparar el desempeño histórico de estos modelos hay que tomar en cuenta que el circuito (o contexto externo) y el piloto (o política macroeconómica) son usualmente distintos. Si pudiéramos rebobinar la historia y hacer que el piloto y el circuito fueran iguales para todos los modelos, el veredicto sobre cual es el mejor seria fácil de alcanzar. Pero no hay laboratorios en economía.
Los tres factores
El desempeño macroeconómico (cuanto crece el empleo y la producción, cual es la inflación y cual es el nivel de pobreza) de economías poco industrializadas como las del Perú (o Ecuador, Bolivia, Venezuela, Chile, Colombia) depende de 3 factores independientes entre si: 1) el contexto externo (precios mundiales de materias primas altos o bajos, entrada o salida de capitales extranjeros, la economía mundial crece o no), 2) la política macroeconómica a cargo del banco central (precio del dólar y tasa de interés) y del fisco (gasto publico e impuestos) y, por ultimo, 3) el modelo de crecimiento, que se refiere a un conjunto de rasgos estructurales de la economía (cuanto estado y cuanto mercado, cuanta industria manufacturera y cuanto exportación primaria, cuanta protección arancelaria y cuanto libre comercio, cuanto sindicalismo y cuanta represión laboral, cuanta dolarización y cuanta desregulación financiera, libre movilidad de capitales o no, cuan extensa y eficaz la red de protección a los pobres y cuanta redistribución vía impuestos desde arriba hacia abajo, etc).
El error más común es atribuir el desempeño macroeconómico al modelo, olvidando el papel que juegan los otros dos factores. Es claro, sin embargo, que para comparar dos modelos distintos hay que descontar el efecto positivo o negativo que el contexto externo y la política macroeconómica tienen sobre el crecimiento del empleo y la producción, la inflación y la pobreza. Si esto no se hace, podemos elegir como el mejor al modelo que, en realidad, es el peor.
Veamos unos ejemplos que destacan el papel del circuito y del piloto. En 1982-83, las economías peruana y chilena sufrieron enormes recesiones (caídas de la producción y el empleo) acompañadas de fuertes alzas de la inflación y la pobreza. En Chile, regia intacto el modelo de Pinochet y, en el Perú, el modelo opuesto de Velasco había sido desmontado en parte; ninguno de los dos modelos pudo impedir estas catástrofes macroeconómicas generadas por un deterioro del contexto externo (caída de precios de los minerales y salida de capitales) y malas políticas macroeconómicas.
Comparemos las dos últimas recesiones peruanas: la de 1998-2000, que vino con su crisis bancaria bajo el brazo, y la de 2008-2009. Ambas recesiones fueron causadas por crisis externas que provocaron la caída de las exportaciones y una salida masiva de capitales. El modelo vigente fue el mismo: una versión radical del modelo neoliberal o de Pinochet. Sin embargo, el desempeño de la economía peruana en 2008-09 fue mucho mejor que en 1998-2000. ¿Cual es la razón? Las políticas macroeconómicas aplicadas fueron distintas: subió el precio del dólar y subió la tasa de interés en 1998 versus se mantuvo constante el precio de dólar y bajó la tasa de interés en 2009, se recortó el gasto publico en 1998 (salvo durante la campaña por la reelección) versus se aumentó el gasto publico en 2009 (salvo al principio de la crisis con Valdivieso). Punto esencial que explica estas diferencias de política macroeconómica: el banco central de 2008 había acumulado suficientes reservas de divisas y el de 1998 no.
Por ultimo, comparemos el desempeño macroeconómico del Perú y del Ecuador durante 2008-2009. Digamos que el contexto externo empeoro igualmente para ambas economías y que los modelos son opuestos entre si. Si el Ecuador sufre una recesión mucho mas profunda y prolongada que el Perú, ¿eso implica que el modelo neoliberal es el mejor? No necesariamente. Capaz la política macro aquí ha sido mucho mejor que allá y la diferencia entre ambos modelos explica poco o nada. Es sabido que Ecuador no tiene política monetaria debido a la dolarización total del sistema financiero y que tampoco tiene un mercado de bonos que permita financiar internamente el déficit fiscal. Por tanto, no hay manera de amortiguar el efecto recesivo causado por la caída de las exportaciones y la salida de capitales con un aumento del gasto público y una rebaja de la tasa de interés y un incremento del crédito en moneda local.
En suma, para comer pescado y comparar modelos, hay que tener cuidado.
Respuesta a Jaime de Althaus
Francisco Durand
Jaime de Althaus se digna criticarme, lo que no me sorprende. El artículo “La paradoja del pais que no puede pensar en si mismo” buscaba provocar un debate. Según de Althaus existe un supuesto “mercado académico estadounidense” donde se inventa el mito de los países pobres sometidos a las transnacionales. Bueno, lo que existe es un mundo académico, cuyo propósito, a diferencia de muchas universidades del Perú desde 1990, tipo Alas Peruanas, no es el lucro y donde existen tantas posiciones como profesores. No está exenta de mitos, correcto, pero te aseguro que hay muchos, incluido uno sobre la revolución capitalista del Perú.
Te molestas con mi insistencia en señalar repetidamente en las pocas oportunidades que tengo la desnacionalización económica que sufre el Perú. La calificas despectivamente de “fatigada letanía”. Bueno, permíteme insistir. La CEPAL, y varios estudiosos, identifican claramente una tendencia a la desnacionalización sea entre las primeras 500 empresas o en el PBI. Es un hecho innegable, y no solo eso, continua, incluso entre las empresas de éxito, que las compran por tener mayor poder financiero. No es un mito, es una realidad, y no es buena para el país.
En el mundo maniqueo del pasado socialista malo y la luminosa transformación iniciada por Fujimori y seguida por García que imaginas, afirmas que crecen sorprendentemente las exportaciones no tradicionales. Seguro, pero ¿qué predomina en el PBI si no son las materias primas de siempre?. No me parece mal que se exporten productos semimanufacturados o manufacturados, aunque debes recordar que surgieron gracias a las politicas de industrializacion nacional. Hablas de algunas PYMES que 20 años después tienen finalmente créditos a una tasa del 20%. Habria que ver qué garantías les piden los bancos (casa, planta, maquinarias) y cuántas acceden a esta supuesta oportunidad, sobretodo en provincias. Si además de pagar el prestamo a 20% anual, tienen que retener y devolver un 19% de IGV, y pagar el impuesto a la renta, concluimos que buena parte de los ingresos se van a los bancos y al Estado. Asi no van a crecer, menos exportar en altos volúmenes, que es un club exclusivo de gigantes transnacionales, hecho que recordara De Soto hace un tiempo.
Sostienes en tu afiebrada versión que los grupos económicos de origen popular son prueba de un éxito sin precedentes. En realidad, los grupos peruanos son jugadores entre medianos y pequeños en la economía sudamericana, y ninguno es jugador global. Olvidas también mencionar que los grupos elitistas más fuertes surgieron antes de Fujimori (Benavides de la Quintana, Brescia, Graña, Romero), y que se desarrollaron en parte gracias a los generosos incentivos que les dio un presidente llamado García. Hoy los sigue engriendo. El grupo Graña y Montero, accionista de El Comercio, gana licitaciones con una recurrencia inquietante (Interoceánica, Collique, tren eléctrico). Romero ha conseguido una concesion portuaria en Ancón a punta de influencia. Los mineros evitaron pagar un impuesto a las sobreganancias y nos dieron a cambió un mísero “obolo”. Vaya favores. Siguen por tanto gozando de rentas y exoneraciones, muchas protegidas y abusadas jurídicamente, ventaja de que no goza ninguna PYME.
A estos temas, Jaime, podrías dedicarle al menos una horita semanal, pues sino habría que preguntarse: ¿qué te impide hacerlo? En mi trabajo, sea en Texas o La Católica, donde también enseño, y que no se rige por las leyes del mercado, ni se somete a ningún poder, lo hacemos libremente.
Mitos recargados
Por: Jaime de Althaus Guarderas
Puede ser un buen negocio en el mercado académico estadounidense explotar el tema de los países pobres sometidos a los designios de las transnacionales. Ese es un nicho de investigación y publicaciones para el que nunca faltará material y menos lectoría, pues se trata, en el fondo, de otra versión del “buen salvaje” arruinado por la perversión del sistema capitalista.
El profesor de la Universidad de San Antonio, Texas, Francisco Durand, por ejemplo, vuelve a la carga con su ya fatigada letanía de la “desnacionalización de la economía” que nos pone en manos de intereses que tienen el poder para lograr que las empresas paguen pocos impuestos y para que el país “siga siendo un vagón de minerales enganchado al convoy de la globalización”, en el que faltan oportunidades y donde las pymes están abandonadas…
Para mantener ese nicho académico no conviene mirar los números, siempre tan fríos, que revelan que nunca las empresas pagaron más impuestos que ahora. En efecto, en 1986, en pleno socialismo del siglo XX peruano, con populismo a viento en popa haciendo crecer el PBI a la fabulosa cifra de 11,7%, con grandes utilidades en las empresas, el Impuesto a la Renta fue el 23% de los ingresos tributarios, todo un récord. Pues bien, en el 2008 dicho impuesto fue el ¡42%! de los ingresos, casi el doble como proporción: el Estado “liberal” resultó mucho más redistributivo.
Tampoco conviene reconocer que con el nuevo modelo económico las exportaciones no tradicionales crecieron (entre 1994 y 2007), en volumen —no en precios—, a una tasa anual promedio 2,5 veces mayor que las tradicionales (minerales), de modo que el vagón tiene cada vez más productos elaborados. Razón por la cual ahora tenemos una industria mucho más articulada y por primera vez el empleo en las provincias ha estado creciendo más que en Lima, abriendo oportunidades que no había antes.
Hay que ocultar que las pymes, lejos de estar abandonadas, han recibido el impulso extraordinario de la revolución del microcrédito que ha crecido a tasas superiores al 20% por lo menos desde 1998, incorporando a más de un millón de microempresarios como nuevos prestatarios. Lo que, sumado a una titulación masiva, ha permitido la emergencia de una nueva clase media en las ciudades.
Es cierto que las empresas privatizadas fueron adquiridas principalmente por transnacionales, porque el querido socialismo anterior había destruido el capital nacional. Pero para qué mostrar que al mismo tiempo han surgido, por primera vez en la historia, nuevos grupos económicos de origen popular (Añaños, Rodríguez, Wong, Flores, Huancaruna, Oviedo, etc.), y que el modelo está permitiendo reconstruir un capital nacional que está generando las primeras transnacionales peruanas, que serían aun mucho más poderosas e importantes si el modelo hubiese estado vigente desde hace casi 40 años como en Chile y no desde hace solo 19 años.
Tomado del Comercio
La Revolución Capitalista en el Perú
Por Francisco Durand
Profesor de la Universidad de San Antonio, Texas, EEUU.
Profesor de la Universidad de San Antonio, Texas, EEUU.
Se fue el 2009, año de sicosociales estadísticos, pero al menos nos dejó una ilusión menos.
Se parece al descubrimiento de MachuPicchu. Michael Porter de la Universidad de Harvard, como antes lo hiciera Hiram Bingham de la Universidad de Yale, anunció un descubrimiento ya conocido: el Perú no tiene una estrategia nacional de desarrollo aún en términos neoliberales.
Aunque me resulta una ruina conocida, la crítica ha sorprendido. Es así porque predomina la ley del silencio y se practica la autocensura periodística La prensa suele hablar de los “empresarios de éxito” pero nunca de los fracasos.; los neoliberales criollos imaginan una revolución capitalista, aunque no hay descubrimientos tecnológicos; hablan de empresas “responsables”, pero pagan bajos salarios y pocos impuestos. Por su parte, el gobierno dice que la pobreza se ha reducido, pero las cifras son discutibles. Los libros más promocionados hablan de Mitos del Capital, Reformas Incompletas o Revoluciones Capitalistas, pero ninguno señala las consecuencias de la nueva doctrina económica y, sobre todo, del trato privilegiado al gran inversionista extranjero. Los neoliberales criollos no quieren una discusión abierta; solo propagandizar logros, y distraer la atención sobre falsos problemas.
Ocultan o ignoran la falta de oportunidades para todos, los problemas creados por la privatización apresurada, el abandono a las PYMES, el asalto a las tierras comunitarias. Tampoco hablan del gigantismo empresarial, el neolatifundismo, y la desnacionalización económica.
Estos problemas, señores de Palacio y el Club Nacional, son consecuencia del modelo neoliberal. Se mantienen incólumes porque conviene a los grandes intereses económicos predominantemente extranjeros. Con sus vastos recursos, financian elecciones. Luego fraguan acuerdos a puertas cerradas para nombrar solo a empresarios y técnicos ortodoxos en puestos claves y hacen lobby. Es de ese modo que aprueban normas sin debate ni consulta, con sesgo a favor de las grandes corporaciones y la propiedad privada. Para muestra, recordemos cómo se aprobaron los tratados de libre comercio, sea con EEUU, China o Chile; o cómo se presenta la protesta de los indígenas (causada por una decisión inconsulta generada por lobbys interesados en la Amazonía), calificados de perros del hortelano.
Cuando el profesor Porter afirmó que el Perú carecía de una estrategia económica, no faltaron las reacciones defensivas. Presto, el presidente declaró que el Perú no estaba para recibir lecciones de extranjeros. En paralelo, Richard Webb calificó la charla de “sermón” y se concentró en las inexactitudes. Webb acierta al decir que Porter erró cuando sostuvo que las empresas multinacionales solo habían comprado empresas existentes. En realidad, ha habido numerosas nuevas inversiones, aunque también compras masivas, siendo la última la de supermercados Wong. Pero Webb olvidó comentar la parte más juiciosa de Porter, quien sostiene que “cuando una inversionista extranjero piensa en una fábrica no piensa en el Perú”.
Es una verdad tan grande como Huayna Picchu. Este desinterés en el país es, obviamente, propio de extranjeros, aunque también les pasa a los peruanos que trabajan para ellos, cuyo cortoplacismo y miopía se han acentuado. Ahí está el problema y no se quiere discutir para que el país siga siendo un vagón de minerales enganchado al convoy de la globalización.
Sin embargo, el problema, termina por emerger tarde o temprano. Léase por ejemplo “La Revolución Capitalista” de Jaime de Althaus, y AmericaEconomía Perú. Ante el argumento que planteara el autor de este artículo el 2005 (“La Mano Invisible en el Estado”), que los sectores más rentables y las principales empresas estaban ahora en manos del capital extranjero, Althaus, al tratar de refutarlo, titulaba un capítulo “¿Desnacionalización económica?” para introducir la duda.
He señalado que estas tendencias las había advertido Tatsuya Shimuzu al comprobar que entre las primeras 100 empresas el 2003, las multinacionales avanzaban más rápido. El 2009 AmericaEconomía ha constatado que 266 empresas extranjeras (de un total de las 500 mayores) representaban el 47% de las ventas al 2007, y concluye, con cierta frivolidad, que existe una “supremacía extranjera”. Ahí es, precisamente, donde Porter toca la herida cuando señala la incapacidad del inversionista extranjero de “pensar en el Perú”, aunque el problema es más grave por cuatro razones: 1) si el capital nacional es menos competitivo, será desplazado más rápidamente, lo que está ocurriendo; 2) aquellos que emerjan, aún si venden a altos precios (Grupo Wong), tendrán más dificultades de colocarse en los nichos más rentables; 3) al predominar el capital extranjero, este tendrá niveles de acceso privilegiados al Estado y mayor influencia, al punto de impedir cambios que vayan contra sus intereses, 4) y para asegurar que no se interfiera con sus planes, neutralizan al Estado, cooptan a políticos y congresistas e influyen en la prensa.
El resultado general es que al estar desnacionalizados económicamente estamos más impedidos como sociedad de entendernos, dificultad que por lógica (hecho no señalado por Porter) se extiende a los peruanos que trabajan para las multinacionales y los organismos internacionales. Quizás el 2010 podamos dejar de lado la propaganda y entrar a un debate sobre los problemas causados por la aplicación de la doctrina neoliberal, que no ha demostrado ser creación heroica sino calco y copia.
Sobre el Neoliberalismo de Waldo
Oscar Dancourt
Creo que el desempeño macroeconómico (cuanto crece el empleo y el PBI y cuanto es la inflacion y, probablemente, cual es el nivel de pobreza) de economías poco industrializadas como las del Perú (o Ecuador, Bolivia, Venezuela, Chile,etc.) depende de 3 factores independientes entre sí: 1) el contexto externo(precios mundiales de materias primas altos o bajos, entrada o salida de capitales extranjeros, recesion o auge en la economía mundial), 2) la política macroeconómica a cargo del banco central (precio del dólar y tasa de interés) y del MEF (gasto publico e impuestos) y, por ultimo, 3) "el modelo" de crecimiento que abarca un conjunto de rasgos mas permanentes de la estructura de la economía (cuánto estado y cuánto mercado, cuánta industria y cuánta exportación primaria, cuanta protección y cuanto libre comercio, cuanto sindicalismo y cuanta represión laboral, cuanta dolarización y cuanta desregulación financiera, libre movilidad de capitales o no, cuan extensa y eficaz la red de protección a los pobres y cuanta redistribución vía impuestos de arriba hacia abajo, etc).
Creo que el desempeño macroeconómico (cuanto crece el empleo y el PBI y cuanto es la inflacion y, probablemente, cual es el nivel de pobreza) de economías poco industrializadas como las del Perú (o Ecuador, Bolivia, Venezuela, Chile,etc.) depende de 3 factores independientes entre sí: 1) el contexto externo(precios mundiales de materias primas altos o bajos, entrada o salida de capitales extranjeros, recesion o auge en la economía mundial), 2) la política macroeconómica a cargo del banco central (precio del dólar y tasa de interés) y del MEF (gasto publico e impuestos) y, por ultimo, 3) "el modelo" de crecimiento que abarca un conjunto de rasgos mas permanentes de la estructura de la economía (cuánto estado y cuánto mercado, cuánta industria y cuánta exportación primaria, cuanta protección y cuanto libre comercio, cuanto sindicalismo y cuanta represión laboral, cuanta dolarización y cuanta desregulación financiera, libre movilidad de capitales o no, cuan extensa y eficaz la red de protección a los pobres y cuanta redistribución vía impuestos de arriba hacia abajo, etc).
Un error común que se comete, como Waldo en este articulo, es atribuir el mejor o peor desempeño macroeconomico exclusivamente al "modelo", olvidando los otros factores. Si quieres comparar dos modelos distintos tienes que controlar por los otros 2 factores. Ejemplo 1: el "modelo" peruano (neoliberalismo radical) durante la crisis de 1998-2000, al fin de Fujimori, es muy parecido al vigente durante la crisis de 2008-2009; el contexto externo (se cayeron los precios de los minerales y salieron los capitales) de 2008-2009 fue tan o mas desfavorable para el Peru que el de 1998-2000; sin embargo, el desempeño macro de 2008-09 fue muchísimo mejor que el de 1998-2000. ¿Cual es la razón? A pesar de retrasos y errores, la distinta política macroeconómica aplicada: subió el precio del dólar y la tasa deinterés en 1998 versus se mantuvo constante el precio de dólar y bajo la tasa de interés en 2009, se recortó el gasto público en 1998 (salvo durante la reelección) versus se aumentó el gasto público en 2009 (salvo al principio de la crisis durante Valdivieso). Punto esencial que explica estas diferencias de política macroeconómica: el banco central de 2008 tenía muchas reservas de divisas y el de 1998 no las tenía; si no hubiera tenido estas reservas, la crisis de 2009 hubiera sido mucho peor que la de 1998. Ejemplo 2: Para comparar el desempeño macro del Peru con el de Ecuador durante el periodo 2008-2009 también hay que tomar en cuenta los 3 factores. Supongamos que el contexto externo es igual para ambos y que los "modelos" son completamente opuestos entre si (cosas que habría que chequear). Si Peru enfrenta la crisis externa con un desempeño macro superior al de Ecuador, eso implica que el modelo peruano es mejor? No necesariamente. Capaz la política macro aquí ha sido mucho mejor que allá y la diferencia entre ambos modelos no explica nada.
Es sabido que Ecuador no tiene política monetaria ni banco central debido a la dolarización total del sistema financiero y, probablemente, eso impide también financiar internamente el déficit fiscal. Por tanto, no hay manera de compensar el efecto recesivo causado por la caída de las exportaciones y la salida de capitales con un aumento del gasto público y una rebaja de la tasa de interés y un incremento del crédito en moneda local. Lo único que le quedaba a Ecuador era subir los aranceles, cosa que hicieron. En suma, para comer pescado y comparar "modelos", hay que tener mucho cuidado.
Debate Necesario
Pedro Francke
Un reciente artículo de Waldo Mendoza, titulado “En defensa del neoliberalismo”, provoca iniciar un debate.
Primero veamos aquello en lo que estamos de acuerdo con Waldo: que tienen que hacerse cambios para “enfrentar mejor los shocks externos” y para que “dejemos de ser uno de los países más desiguales en América Latina”, lo que requiere “elevar sustantivamente la presión tributaria para sostener un gasto público mayor en capital humano e infraestructura”.
Segundo, dejemos de lado los falsos debates. Criticar al modelo neoliberal no equivale a defender una “intervención estatal que entorpece el funcionamiento de la economía”. (estoy seguro Waldo considerará también la defensa del medio ambiente o la salud pública como objetivos válidos de la acción pública). Claro que no son raros en el mundo los estados que toman malas medidas. El tipo de cambio múltiple en Venezuela, puede ser un buen ejemplo de eso: por nuestra experiencia con el dólar MUC sabemos adónde eso nos lleva. Lo mismo podemos decir acerca de eliminar el derecho de propiedad menospreciando la seguridad de los inversionistas, o de aplicar políticas fiscales insostenibles gastando ingresos extraordinarios a tontas y a locas (como en el Perú hoy se exige que hagan los gobiernos regionales con su canon). El mercado debe funcionar y la estabilidad macroeconómica debe ser cuidada.
Pero iniciar un debate en base a criticar las intervenciones estatales tontas o extremas, sería como basar la crítica al neoliberalismo en propuestas extremas como las de eliminar el Banco Central (propuesto por Carlos Boloña en su momento, pero que ningún economista neoliberal serio siquiera consideraría). Dejemos esos recursos polémicos a un lado.
CAMBIOS NECESARIOS
Detengámonos mejor en los cambios que nuestra economía requiere. Si bien hay un acuerdo general en elevar la recaudación (aunque hasta ahora hay muy poco avance real), un tema fundamental es cómo. En un reciente debate que tuve con PPK, este buen representante del neoliberalismo planteaba, para mejorar la recaudación, hay que reducir la CTS y las gratificaciones de 16% del salario a 2%, para que así las empresas se formalicen y tributen más. Creo, por el contrario, que lo principal para mejorar la recaudación es cobrarle impuestos a las empresas mineras, petroleras y de finanzas que han tenido enormes ganancias los últimos años. Promover la formalización no pasa por reducir derechos laborales y los ingresos de los trabajadores, sino porque el estado facilite los trámites y el crédito a los pequeños empresarios, y sea más estricto en la fiscalización hacia las grandes empresas. Redistribuir el ingreso requiere una tributación que se concentre en los más ricos.
Pero la redistribución no sólo pasa por impuestos y gastos públicos. También se necesita garantizar derechos laborales que permitan una mejora de los salarios reales, que están estancados hace años y cuya participación en el PBI ha caído de 30% a apenas 21%. Hablamos de que los trabajadores puedan hacer su sindicato y negociar su pliego de reclamos sin temor a ser despedidos, lo que no sucede en el Perú pero es un derecho básico reconocido internacionalmente. Luchar contra la pobreza exige también promover aquellas actividades que dan más empleo a la gente, de dónde la mayoría de peruanos vive: agricultura y pequeñas empresas. Curiosamente, mientras los defensores del neoliberalismo propone que sea la acción estatal directa la única forma de mejorar la distribución y reducir la pobreza, y somos los críticos quienes demandamos que es necesario también cambios en el funcionamiento del mercado y de los agentes económicos para tener éxito en este objetivo.
PUNTO CLAVE: POLITICAS SECTORIALES
Pero tal vez el punto clave en esta discusión sobre el neoliberalismo es: ¿hacen falta o no políticas que promuevan el turismo, que faciliten el avance tecnológico, que apoyen el surgimiento de nuevas industrias, que descentralicen la economía? ¿Basta con el funcionamiento “libre” de los mercados, o es necesario además una intervención consciente del estado para dirigir la economía, promoviendo las actividades que pueden tener mejores efectos sociales, ser sostenibles ambientalmente y promover una mayor dinamización productiva en el largo plazo? Por cierto, cuando hablamos de intervención estatal, no debemos pensar que esta deba ser exclusiva o principalmente mediante empresas públicas, un rol primordial debe jugar mecanismos de mercado que generan incentivos a la inversión y la empresa privada, como impuestos, créditos, regulaciones legales y subsidios.
Finalmente, una buena discusión requiere también precisar que es lo que no hay que cambiar, que es lo que hay que defender y mejorar. Anoto 4 centrales: 1) Una política macroeconómica anticíclica, que la hemos tenido por primera vez en 2009; tarde, pero máscale tarde que nunca; 2) El apoyo a nuestras exportaciones no tradicionales, incluyendo el turismo, que han crecido fuerte en los últimos años y eso está muy bien; 3) El avance de la construcción y la industria orientada al mercado interno; 4) Las inversiones públicas en infraestructura.
Pelota devuelta.
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