Armando Mendoza
Como si no tuviéramos ya sobradas pruebas de que el 2009 será bravo, ahora resulta que Valdivieso no llegó a completar enero al frente del MEF. La noticia no sorprende tanto, ya que como Ministro de Economía Valdivieso estaba más perdido que tablista en Bolivia, pero su salida intempestiva igual preocupa, pues refleja lo complicado de la situación económica y como el famoso “Plan Anticrisis” no esta marchando.
¿Quién lo reemplaza?. Nadie menos que Carranza; sí, el mismo Carranza que era Ministro de Economía 6 meses atrás. Ahora, lo interesante aquí es como algunos sectores empresariales –no todos, por cierto- y políticos han reaccionado a su regreso como si fuera la resurrección de Cristo. Claro, no sabemos que tanto es genuino entusiasmo y que tanto es simplemente alivio de que no nombrasen a alguien peor. Lo cierto es que algunos proclaman a Carranza II como la garantía de que el Perú pasará piola este 2009. Pero hay un problema con eso.
El problema es que Carranza representa la visión del “aquí no pasa nada”, que jura que -por pura inercia- algún día despertaremos y descubriremos que tenemos el nivel de vida de los suizos. Ello se ha reflejado en la indolencia de sucesivas administraciones, que desaprovecharon los años de vacas gordas y no emprendieron reformas económicas cruciales que ahora podrían permitirnos encarar el temporal mejor plantados. Enamorados del modelito primario exportador –ese que funciona fantástico siempre y cuando los precios internacionales de las materias primas sean altos- dejaron pasar una oportunidad única. ¿Quiénes eran responsables del manejo económico en esos años que se escapo la tortuga? Pues, entre otros, Carranza; quien supuestamente hoy viene a salvarnos.
Pero ahora la situación es muy diferente. Manejar la economía mirándose el ombligo pudo funcionar antes, cuando disfrutamos de una coincidencia de factores externos positivos: precios elevadísimos para nuestras exportaciones, tasas de interés internacionales bajas, fuerte expansión de la demanda y el consumo mundial, etc. El recreo se acabo, y esta vez necesitaremos ideas claras, iniciativas en serio, y la voluntad para sacarlas adelante.
Obviamente, Carranza II es conciente de la necesidad de una política reactivadora y de acelerar la inversión pública. El problema es como reactivar y a quienes promover. Recordemos que con Carranza I ya tuvimos, entre otras perlas, la mala experiencia del “Shock de Inversiones” del 2006 que no dio fuego, así como esa rebaja a lo bestia de los aranceles que benefició en grande a los intermediarios importadores. Una “reactivación” que favorezca a los mismos de siempre, profundice distorsiones de mercado y nuestra dependencia de importaciones y sólo busque poner las cifras macroeconómicas en azul en el corto plazo; dejando de lado cambios estructurales; es inaceptable. ¿Podrá Carranza II emprender reformas sustanciales?. Improbable, pues forma parte de la misma medianía que ha venido manejando la economía. A estas alturas del partido a este olmo no le podemos pedir peras. Seguiremos sin reforma tributaria, sin reforma del Estado (coherente y constructiva, no ese gastadísimo cuento del “desmantelemos, privaticemos, y listo”), sin replanteo del presupuesto público, sin priorizar gasto social, sin política agraria. Cierto, no toda la culpa puede atribuírsele a Carranza por esta dejadez, pero si le corresponde buena parte.
Esta recesión global tiene para largo, las economías de EE.UU., Europa y China aún no tocaron fondo. Aunque –felizmente- no somos tan vulnerables como otros países, de que sentiremos la pegada, la sentiremos. En este contexto, ¿Carranza II será diferente y mejor que el Carranza I? Bien difícil. Asumir que quien no la pudo hacer durante las vacas gordas -cuando estaba sólo frente al arco- ahora la hará linda, es pecar de ingenuos.
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