Germán Alarco Tosoni
Investigador CENTRUM Católica
Es claro que las proyecciones para el producto (PBI) en 2009 de los principales países y de la economía mundial están convergiendo. Ya no varían hacia abajo de mes en mes, y las diferencias entre los resultados anunciados por los diferentes organismos o analistas internacionales son cada vez menores. Esto es positivo para la economía mundial, ya que la incertidumbre parece menor y nos alejamos de una depresión como la de los años treinta. Al parecer estamos tocando fondo, lo que sin embargo, no implica de manera alguna que la recuperación este a la vuelta de la esquina. Todavía existen graves riesgos de que se produzca una nueva caída, tanto por lo que ocurre en los mercados de valores y de mercancías (commodities), como si se cede a las presiones de los ortodoxos-neoliberales, quienes plantean que lo realizado en términos de rescates monetarios y fiscales ya son suficientes.
Resultados mundiales convergentes
Las proyecciones más recientes señalan que el PBI norteamericano decrecería en 2009 entre -2.6% y -3.5%, con una mayor probabilidad cercana al -3%. Las economías europeas decrecerían en conjunto entre -4.1% y -4.8%, destacando la mayor contracción en Alemania -6.2%, Italia -5.1% y la menor contracción en Francia de -3%. Japón caería entre -6% y -6.7%, mientras que China mantendría su tasa de crecimiento del 6.5% anual. Para el FMI (8 de julio) el comercio internacional retrocedería 12.2%, destacando una mayor contracción en las exportaciones de las economías avanzadas del -15%, mientras que las exportaciones de las economías emergentes y de los países en desarrollo caerían en -6.5%.
Problemas con solución en el largo plazo
Hasta mediados de junio del 2009 se han perdido 6.5 millones de empleos en los EE.UU., que implicarían un menor poder de compra por US$ 300 billones anuales. No habrá recuperación hasta que esas personas que han salido del mercado de trabajo puedan reingresar al mismo. Los programas de apoyo al desempleo, son muy importantes, pero tienen cobertura limitada en tiempo y monto (6 a 9 meses y hasta US$ 1,000 mensuales). Las nuevas tecnologías en procesos lamentablemente jugarían en contra de la reabsorción de la mano de obra despedida. Es evidente que la oferta de insumos, productos y servicios más avanzados tiene un mayor contenido en conocimientos. La tendencia de sustitución de mano de obra por capital y nuevas tecnologías es casi inexorable en las economías más avanzadas. No comentamos aquí la estructura de distribución del ingreso, ya que en la medida en que esta se haga más desigual, la demanda y la producción se mantendrían reducidas.
Otro elemento que conjura la recuperación rápida de la economía, es la reducida posibilidad de que se pueda reanudar el consumo a los niveles previos a la crisis. El sistema financiero norteamericano ha sido seriamente vulnerado y la posibilidad de que se pueda producir una fase expansiva de crédito es remota. Por el lado de las familias, la severa destrucción de la riqueza (entre 35-40% del valor de capitalización del mercado de valores), el desempleo o la posibilidad de ingresar a éste, han generado un nuevo comportamiento de gasto más austero, que no contribuirá a la expansión inmediata de la demanda y la producción nacional.
La inversión productiva se reanudaría cuando se eleve el grado de utilización de la capacidad instalada (cuando haya más demanda) o desaparezca la capacidad productiva previa (lo cual es improbable). La inversión residencial se reiniciaría cuando se reduzca el excedente de viviendas no colocadas y dejen de reducirse sus precios. En otro orden de ideas, para analistas como Krugman, la recuperación de los empleos y de la producción requerirá de un nuevo programa de estímulo por parte del gobierno norteamericano. Las preguntas aquí son varias: ¿Será en su momento autorizado por las Cámara de Representantes y el Senado?, ¿se podrá financiar el mayor déficit fiscal a través de bonos del tesoro?, ¿los aceptará el mercado?. La depreciación de dólar americano y los menores saldos de la balanza comercial, especialmente de China, introducen algunas dudas sobre un circuito de financiamiento que antes se realizaba sin problema alguno.
Por último, hay quienes cifran muchas esperanzas en la dinamización de las economías de menores ingresos pero muy dinámicas: China especialmente. Sin embargo, no nos olvidemos que esta tiene aún entre la tercera y cuarta parte del tamaño de la economía estadounidense (en dólares corrientes). La mayor actividad económica de China, activa sus importaciones, las exportaciones y el nivel de actividad de sus socios comerciales. Sin embargo, las locomotoras de la demanda mundial son aún los EE.UU. y en segundo lugar Japón y los países Europeos.
Evitando las burbujas y las desviaciones en la política
Desde marzo hasta inicios de la segunda quincena de junio del 2009 los mercados de valores internacionales mantuvieron una tendencia alcista. A partir de allí nuevamente, aunque con altibajos, el Dow Jones industrial de New York ha caído casi 7% por las mayores solicitudes de beneficios por seguro del desempleo y la contracción en la confianza del consumidor en EE.UU. durante junio. Es interesante señalar que los mayores riesgos se pueden suscitar cuando este mercado de valores, al igual que el de los metales, pero especialmente el petrolero muestre una tendencia alcista sin límite, generando una burbuja que ineludiblemente tendría que explotar en la medida en que el desempeño del sector real y de estos mercados va a ritmos diferentes.
No hay evidencia empírica, pero existen varias hipótesis relativas a que la elevación del precio del petróleo y de los metales, responde a la demanda de China (principalmente como alternativa de inversión más que a demanda real), al inicio del proceso de depreciación del dólar americano por las inyecciones masivas de liquidez y, lo más grave, a la reanudación de las operaciones especulativas con los futuros y derivados asociados a estos productos. Nouriel Roubini sostiene que el incremento en el precio de estos insumos puede conducir a una recesión secundaria en forma de W, ya que elevados precios del petróleo, especialmente, pueden conducir a una recesión como la ocurrida en julio del 2008. En estas circunstancias, el camino hacia la estanflación parece más claro. A este panorama, hay que sumar los límites a la expansión del endeudamiento público, la mayor liquidez y las presiones ortodoxas, especialmente del Banco Central Europeo y de algunos funcionarios del FMI para frenar los programas anticíclicos. La tormenta perfecta puede incubarse nuevamente.
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