Por Farid Matuk Viviendo lejos del Perú, las noticias son filtradas por la distancia, siendo el medio escrito el más persistente como los periódicos y los blogs. El domingo pasado, el gobierno propaló por televisión un aviso pagado, el cual fue reproducido –y analizado– en el blog de Marco Sifuentes (www.utero.pe). En el que fundamentalmente se proclaman como éxitos, valores absolutos en millones que dicen nada si no son comparados con una línea de base; pero lo más sorprendente del aviso es la ausencia de referencias a las condiciones de vida, como por ejemplo “Dos millones de pobres menos”, en caso fuera cierta la asombrosa reducción de la pobreza entre 2006 y 2008. Esta ausencia de referencia a la reducción de la pobreza no es producto del olvido ni del descuido, sino es la lógica consecuencia del descrédito de la información estadística oficial. Y este descrédito está basado en la lógica complaciente que la información estadística debe coincidir con la retórica presidencial, cuando la información estadística es como la información meteorológica, no existen resultados positivos o negativos, sino simplemente cruda información de la realidad que debe servir de insumo para las políticas públicas y privadas. Con las bases de datos oficiales disponibles a nivel trimestral del año 2006 y 2008, se puede efectuar un análisis a nivel de cada región de la evolución de la indigencia, si esta ha aumentado, se ha reducido o no se ha variado con un margen de error estadístico. A diferencia de los “millones” de la propaganda oficial de individuos “representativos”, la indigencia se mide entrevistando anualmente a 20,000 hogares y 95,000 personas desde el 2003. Esta medición hace al Perú un país líder a nivel mundial en la medición de las condiciones de vida de los hogares. A diferencia de la pobreza, que se define como la cantidad de dinero que una persona promedio necesita para vivir, la indigencia se define como la cantidad de calorías que una persona promedio ingesta para vivir. Mientras la medición de la pobreza está sujeta a criterios discrecionales como la medición de la inflación rural o el valor del autoconsumo campesino, la medición de la indigencia se reduce a medir la cantidad (no el valor) de alimentos consumidos y las características de edad y sexo de los miembros del hogar. En la tabla a continuación, se tiene la evolución de la tasa de la indigencia por región y a nivel nacional desde el año 2006 (la línea de base) hasta el año 2008 (el avance de gestión), y con una precisión de 99.9% (equivalente a una probabilidad de 1 en 1000 de error) es posible evaluar estadísticamente si la tasa de indigencia se incrementó, se redujo o siguió igual. El programa de cómputo que genera estos resultados está disponible en www.29x55.com . Con estos resultados estadísticos es posible concluir con certeza que la indigencia no se redujo en ninguna región, permaneció igual en 17 regiones, se incrementó en 8 regiones, y por consecuencia se incrementó en el Perú como un todo. Pero al mismo tiempo tenemos que la economía ha crecido a tasas espectaculares, pero frágiles como se evidencian en la crisis económica presente, y esta fragilidad no es nueva sino que ya se vivió en 1986 y 1994. La limitación de este tipo de crecimiento económico es que se basa en pequeños enclaves dentro de la economía, que si bien incrementan el promedio nacional, acentúan las desigualdades inherentes al modelo de crecimiento. Siendo estas desigualdades que al profundizarse se expresan como conflictos sociales de distinta índole y naturaleza, en la amazonía se traduce como un problema de propiedad de la tierra y del subsuelo (Bagua), en los andes se traduce como el daño ambiental de la explotación minera (La Oroya), en las ciudades se traduce como gobernabilidad (transportistas). Cuando el gobierno concluye que este descontento social es producto de un malévolo complot internacional, olvida que el modelo de enclave para el crecimiento económico acentúa las desigualdades, y estas son las bases objetivas para que distintos grupos de interés encuentren un entorno social adecuado a sus metas. Las reservas internacionales que se acumularon durante los años de bonanza del precio de las materias primas que el Perú exporta deben ser usadas hoy para un Programa de Estímulo Social que reduzca drásticamente las desigualdades presentes, y de esta manera la protesta social no se traduzca en violencia política. Este Programa de Estímulo Social puede ser lanzado de inmediato, antes de que sea demasiado tarde, con la duplicación de las transferencias en efectivo del Programa Juntos con los hogares rurales actualmente registrados, y el lanzamiento de Juntos Urbano con el millón de hogares que el Ministerio de Economía identificó en 2007. Este artículo lo puede leer también en: http://aeperu.blogspot.comDom, 19/07/2009 - 20:22
Ex jefe del INEI
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Comments
One Comment
RSSCon Quispe tenemos hasta el 2 011 para que use mas artificios matemáticos de academia preuniversitaria y terminemos creyendo que el gobierno aprista ha hecho crecer todos los indicadores económicos de bienestar y calidad de vida, triste destino de una pésima elección mayormente limeñá
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