Archive for 2008
Keynes y los Espíritus Animales
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John Maynard Keynes decía que eran los “espíritus animales” de los inversionistas, que reaccionan a veces con euforia y a veces con pesimismo, los causantes de los ciclos económicos y las recesiones. Hoy, que Keynes ha regresado con tanta fuerza, debemos enfrentar otros espíritus animales.
En ese contexto, ha ganado un amplio consenso la necesidad de aplicar una política keynesiana de estímulo a la demanda. Todos recordamos que hablar de políticas keynesianas, que implican una masiva intervención estatal en la economía para atenuar los ciclos del capitalismo, era hasta hace unos años una mala palabra para nuestros neoliberales criollos. Después de todo, su ideología es de “libre mercado”, e insistían en que nada que hiciera el estado en la economía puede ser bueno. Felizmente, han aprendido.
…PERO CON GASTO SOCIAL Y EQUILIBRIO EXTERNO
El segundo problema crítico que se olvidan de considerar en esta crisis es el problema externo. Nuestras importaciones se han duplicado en los dos años de gobierno aprista, impulsadas por la rebaja de aranceles y el retraso cambiario. La caída de precios de nuestras materias primas – el cobre ha pasado de 3,50 dólares la libra a menos de 1,50 – y la menor demanda de nuestras exportaciones no tradicionales como los textiles, hacen insostenible importar 2,500 millones de dólares mensuales.
Ante la Crisis:Mas Gasto Social
¿Mejor una balsa que una fosa?
Farid Matuk
El Perú tiene que librarse de esas taras y lo mejor que pueden hacer es poner en una balsa a todos esos que hablan por hígado, envidia o frustración personal y lanzarlos por el mar a que se pierdan. (Alan García – 20/XI/08)
Ciertamente la tolerancia presidencial para con los disidentes es digna de alabanza, perdonar la vida en lo inmediato, con la abierta esperanza que naufraguen, tiene un grado de incertidumbre que carece la ejecución sumaria, para luego ser arrojado en una fosa e incinerado con kerosene.
A continuación se muestra un gráfico con datos del INEI que con certeza producirá agrado presidencial, el PBI per cápita se incremente sistemáticamente desde el segundo trimestre de 2006 (el último de la gestión Toledo) de alrededor de 11,000 soles hasta el tercer trimestre de 2008 (el mas reciente de la gestión García) a cerca de 13,500 soles. Un meritorio incremento del 21% que seguramente ha pasado inadvertido por El Peruano, y por ello no ha sido objeto de una primera plana.
Pero este crecimiento del PBI per cápita es absolutamente iluso porque el hambre en el Perú no se ha reducido como consecuencia del crecimiento económico que tanta alegría presidencial produce. La gestión Toledo en el segundo trimestre de 2006 dejó un 30% de los peruanos que no consumían los alimentos necesarios para vivir, y dos años después la gestión García a elevado esta cifra al 33%. Es decir que el crecimiento económico se ha traducido en mas peruanos que no consumen lo esencial para vivir.
Esta situación de reducción de la calidad de vida de los peruanos en los últimos dos años se produjo en un contexto de auge económico mundial, que el Perú aprovechaba a través de sus exportaciones, pero un tercio de los peruanos seguían viviendo sin los alimentos imprescindibles. En el presente tenemos una crisis económica mundial, que ya ha colocado en recesión a Europa y a Estados Unidos, y sólo es materia de tiempo que el Perú también participe de esta recesión.
La necedad presidencial de mantener un crecimiento económico artificial, se traduce en la pérdida acelerada de dólares que se observa el gráfico a continuación obtenido con información disponible del Banco Central, para los meses de Octubre y Noviembre de este año.
En solo dos meses se ha perdido un quinto de los dólares que el Banco Central tiene para respaldar los soles en manos del público. Dado el contexto internacional, y la necedad presidencial de obtener un crecimiento de 6.5% para el próximo año, se tendrá que al fin del verano 2009 no habrá mas dólares para respaldar nuestra moneda, y la recesión será aguda e intensa producto de la miopía económica de la actual administración.
La secuencia de los hechos es música que todos conocemos de pasadas recesiones. Primero el gobierno culpará los factores externos y no reconocerá su falta de previsión. Luego concluirá que existe un exceso de demanda, en otras palabras significa que los salarios son muy altos, y por ello es necesaria su reducción. Siendo el vehículo de la reducción una devaluación traumática que restaurará el equilibrio externo, gracias al incremento de la pobreza. Y como dijo el Premier Hurtado Miller en 1990: “Que Dios nos ayude”
¿Será 2009 el inicio de una crisis similar a la de los años treinta?
Germán Alarco Tosoni
Investigador principal CENTRUM Católica
El mercado de valores norteamericano se ha contraído en 35.8% entre finales del 2007 y el 22 de octubre de 2008, con un valor cercano a la caída del 36% en 1929. Recién acaban de aparecer los primeros indicios de la fase contractiva al reportarse la caída en la producción industrial norteamericana del 2.8% en septiembre, respecto del mes anterior. La revista The Economist proyecta un cierre para el 2008 con una tasa de crecimiento positiva del 1.6%, mientras que entre 1930 y 1933 el PBI real cayó en 26.6%, considerando una contracción de 8.6, 6.4, 13, y 1.3% para cada año del período señalado.
Hay dos factores comunes relativos a que ambas crisis coinciden con la fase final de la etapa expansiva del respectivo ciclo de largo plazo de la economía internacional. Antes entre 1880´s-1890´s hasta 1930´s-1940´s y ahora entre 1930´s-1940´s hasta 1980´s-1990´s, precedidos por periodos de alto crecimiento en la década de los años veinte y de los noventa. Estos ciclos largos determinados por Kondratief, luego por Schumpeter y ahora por Dosi, Freeman y Pérez se asocian en la expansión a la creación e incorporación de un factor clave, a la aparición e incorporación de nuevos productos, nuevas tecnologías, nuevos mercados, nuevas formas de organización de las empresas, entre otros elementos.
El periodo previo a estas crisis, años veinte y noventa, se caracterizaron por importantes movimientos de capital que buscaron opciones financieras para reproducirse ante la caída en las tasas de ganancia de los sectores productivos reales. En ambos periodos no hubo regulación en los mercados financieros y de divisas internacionales, en un caso por decisiones de política y en el otro fue previo al nuevo sistema monetario-financiero internacional de Bretton Woods en 1944. Para nuestra suerte, los mercados de valores a partir del año 2000 se han autoregulado, con importantes alzas y bajas que evitarían caídas violentas a partir del 2009. Entre 1920-1929 las cotizaciones de la bolsa de Nueva York crecieron casi sin cesar 3.8 veces, razón por la cual el aterrizaje a la realidad fue abrupto.
Dos nuevos elementos entrelazados asoman en la crisis actual. La estructura de distribución del ingreso más concentrada a favor de las utilidades de las empresas y menor hacia los salarios que promueve una menor demanda efectiva y nivel de actividad económica. El otro factor es el relativo a que estos problemas de demanda exigen la intervención del estado para mitigarlos, tanto a través de una política monetaria expansiva como de la política fiscal anticíclica. Sin embargo, la crisis actual no es resultado de la intervención estatal, sino que esta se origina por la incapacidad del sistema económico de sostener su propia tasa de crecimiento y para lo cual es imprescindible que la Reserva Federal actúe reduciendo las tasas de interés y se inventen, entre otras, aventuras bélicas para justificar mayores niveles de gasto público.
Para suerte de todos, tanto la existencia de las ideas de J.M. Keynes como las acciones de coordinación de la política económica y financiera internacional son una realidad ahora a diferencia de lo que ocurrió al estallar la crisis del 29. En esa época las primeras respuestas fueron de corte ortodoxo. En la quincena de octubre, luego de las primeras quiebras y la abrupta caída en los mercados de valores, ya se han realizado acciones de coordinación internacional, definido los grandes lineamientos y montos de la política de rescate para impedir la crisis del sistema bancario internacional. Sin embargo, estas aún no son garantía de que la crisis se pueda resolver. Los programas tienen problemas de diseño y enfrentarán problemas en su implementación, se ha roto el principio de predecibilidad de las políticas y se promueve comportamientos de riesgo moral, ya que los que generaron los problemas no han sufrido las consecuencias de sus actos, promoviendo la probable repetición de los mismos.
Otra hipótesis que podría explicar que la caída en el nivel de actividad no sea tan drástica ahora como antes se ubicaría en el debilitamiento del parámetro que vincula el efecto riqueza en el consumo. Tradicionalmente en la medida que el valor del acervo de los activos, incluidas las tenencias de acciones y las propiedades inmobiliarias, se hace menor, se reduce el consumo, la demanda, la inversión, el nivel de actividad económica y los niveles de empleo. Ahora en cambio, al igual que la reducción de la incidencia negativa de los precios del petróleo en la economía norteamericana de las últimas décadas, la extrema variabilidad del mercado de valores observada desde el año 2000 habría reducido la importancia de este canal de transmisión del mercado financiero sobre el sector real.
Es evidente que la articulación de las políticas fiscales, y en menor medida de las monetarias ante la trampa de la liquidez, evitarán que la crisis en el mercado de valores y del sistema bancario genere efectos tan graves sobre el aparato productivo como lo ocurrido en los años treinta. Es obvio que el PBI real decrecerá, pero al parecer no en las magnitudes observadas antes. Lo que también es claro es que la política fiscal tiene un límite, ya que no podrán inventarse nuevas guerras. El periodo de contracción cederá a otro de estancamiento económico prolongado hasta que se creen e introduzcan nuevos productos, nuevas tecnologías, se creen nuevos mercados, en fin se establezca un nuevo paradigma tecnoeconómico incluyente como ocurrió a partir de los años cincuentas.
En este panorama de estancamiento económico pueden surgir varias alternativas. La del aislacionismo económico, que condenaría al estancamiento a nuestras economías, luego de articularse hacia fuera. La otra podría ser un símil a las devaluaciones competitivas previstas antes. La tercera es que la crisis promueva un nuevo reordenamiento de la economía a nivel internacional, que inicie con la aplicación de las otras propuestas de J. M. Keynes y M. Kalecki relativas a mejorar la estructura de distribución del ingreso, a través de los impuestos a los ingresos y las herencias, para reducir los problemas de demanda efectiva y propiciar un nuevo orden financiero internacional. La lucha contra la inequidad y la pobreza, mitigar los daños al ambiente pueden ser parte de los nuevos retos.
El nuevo orden financiero y monetario internacional no sólo debe reexaminar el rol de los organismos financieros multilaterales y las “reglas” de los mercados monetarios. La crisis se originó por la hipertrofia de los mercados de valores y en los instrumentos derivados. Se debe limitar las operaciones con tales instrumentos en los bancos, hay que incorporar más supervisión y frenar las operaciones especulativas que pueden colocar en riesgo a los países y al sistema global. La imposición del impuesto Tobin a las transacciones financieras internacionales es una imperiosa necesidad para amortiguar tales fluctuaciones y generar recursos para orientar al desarrollo económico y social sostenible.
Política Macroeconómica de Vacaciones
Waldo Mendoza Bellido Un sismo económico está recorriendo el mundo. El epicentro es Estados Unidos y sus ondas están remeciendo al planeta Tierra. Más de la mitad del mundo está en recesión y el resto puede seguir la misma ruta. En todo el mundo se están tomando medidas para enfrentar la crisis; menos aquí. Nos hemos tomado en serio lo del blindaje y lo del “Perú, refugio de la inversiones del mundo”. La política macroeconómica está de vacaciones. Para que el sector externo no explote y para que la economía siga creciendo, no sirve limitarse a la receta del curandero: “Si tienes fe, sanarás”. El MEF y el BCRP tienen que actuar desde hoy para impedir la primera recesión y crisis de balanza de pagos de este siglo. La probabilidad de una crisis de balanza de pagos, o de una recesión en el 2009, no es nula. Un sismo de grado mucho menor, con epicentro en un país emergente – Rusia, 1998- provocó una crisis de balanza de pagos, un salto de más de 15 % del tipo de cambio real entre fines de 1998 y principios de 1999, que nos trasladó de la euforia, con 7% de crecimiento en 1997, a la depresión, crecimiento de -1 %, con quiebra de bancos incluida, en 1998. La amenaza de crisis de balanza de pagos y de recesión existe porque no se ha activado aun una política macroeconómica apropiada para enfrentar al choque de demanda externo más fuerte de las últimas décadas. Las cuentas externas han pasado de azul a rojo. La recesión mundial, que ha hecho caer nuestras exportaciones, con importaciones aun dinámicas, ha producido en octubre un déficit comercial de más de USD$ 300 millones, el más alto de los últimos 10 años. Por otro lado, se han interrumpido las líneas de crédito externo de corto plazo para los bancos locales. En un sistema de tipo de cambio libre, este choque externo debiera tener un impacto notable sobre el precio del dólar, cosa que no ha ocurrido aquí. En los últimos meses, mientras el resto de países latinoamericanos ha devaluado en más de 20 %, nuestro tipo de cambio está prácticamente fijo. Vender dólares para mantener el tipo de cambio fijo, y mostrarlo como ejemplo de solidez de la economía peruana, es imprudente. A la velocidad que se están perdiendo reservas internacionales- US$ 6000 millones en los últimos tres meses- una de nuestras fortalezas, tener elevadas reservas, puede convertirse rápidamente en historia. Hay muchos ejemplos, aquí y en el mundo, que un esquema de intervención cambiaria que retrasa el tipo de cambio puede terminar en una crisis de balanza de pagos. Esto es, un salto virulento del precio del dólar que ocurre cuando el banco central se queda sin las reservas suficientes para seguir defendiendo el tipo de cambio. Cuando el tipo de cambio salta, de la euforia puede pasarse rápidamente a la depresión: México 1994, Perú 1998, Brasil 1999 y Argentina 2001 son algunos ejemplos que muestra la historia. El deterioro de los salarios reales y la incapacidad para pagar las obligaciones en moneda extranjera de familias o empresas que tienen ingresos en moneda nacional, que produce el salto del dólar, son los activadores o amplificadores de la recesión. El problema es que el BCRP sigue operando como si la inflación fuese el problema central y por eso ha congelado el tipo de cambio. Pero la inflación, a pesar de los ajustes recientes en algunos precios regulados, descenderá en los próximos meses, por la caída de la inflación mundial y la reducción de nuestro ritmo de crecimiento. Por otro lado, el nuevo contexto externo amenaza también con interrumpir el crecimiento de la economía peruana. Primero, porque la caída de la demanda por nuestras exportaciones está afectando al precio y al volumen de nuestras exportaciones. Segundo, porque se están recortando las líneas de crédito del exterior con el que se financia parte del crédito bancario en dólares. Tercero, porque la caída de los precios de nuestras exportaciones, al bajar la rentabilidad de algunos proyectos en marcha y otros que estaban en proceso, está reduciendo el ritmo de crecimiento de la inversión privada. El cuarto factor, que no se ha activado aun, y que puede decidir el curso futuro que tome la economía peruana, es la dirección que tomará el crédito bancario agregado. El auge del crédito bancario que ha sostenido el crecimiento reciente puede interrumpirse como resultado de la salida de capitales, por alguna señal de fuerte enfriamiento de la economía o por la amenaza de una crisis de balanza de pagos. En estos casos, el optimismo exagerado de banqueros y empresarios puede convertirse rápidamente en un pesimismo infundado, paralizando el mercado de créditos y la inversión privada. ¿Qué hacer para que la economía peruana siga creciendo en el 2009 y, al mismo tiempo, no explote una crisis de balanza de pagos? En política fiscal, además de poner el pie en el acelerador de la inversión de los gobiernos regionales y locales que tienen recursos del Canon y las regalías, hay que cambiar el Proyecto de Presupuesto 2009 para hacer un espacio a la inversión pública del Gobierno central que compense la caída de demanda externa. Hoy, a diferencia de 1998, el fisco cuenta con esos recursos financieros y no hay necesidad de pasar por el aval de los mercados internacionales, vendiendo bonos afuera, ni del FMI, cuyos tecnócratas, en escenarios como el actual, suelen recomendar bajar el gasto público y subir la tasa de interés. En política monetaria, hay que conjurar la sequía crediticia en moneda extranjera con una política monetaria expansiva en moneda nacional. Eso significa que debe iniciarse una fase de reducciones de la tasa de interés de referencia del BCRP que amortigüe los efectos de la contracción del crédito en moneda extranjera. Sin embargo, esta política keynesiana, apropiada para economías más grandes y más cerradas, puede ser aquí el detonante de una crisis de balanza de pagos, porque deteriora la balanza comercial y puede acelerar la salida de capitales. Por eso, en el Perú, esta política necesita estar acompañada de una elevación apreciable pero ordenada del tipo de cambio real, aun cuando eso signifique demorar la caída de la inflación y, simultáneamente, de acciones que frenen el crecimiento de las importaciones, sin afectar a la producción nacional, como el alza del ISC a los bienes importados. Si evitamos una crisis de balanza de pagos y mantenemos una tasa de crecimiento decente en el 2009, podremos decir, con propiedad, que el Perú es una estrella que logra observarse en un cielo nublado.
Notas de Un Posible Balsero
la economía mundial atravesará una recesión sin precedentes
(EEUU, Zona Euro y Japón que explican el 65% del PBI mundial),
iniciada en la segunda mitad del 2008; nadie conoce su duración
y está asociada a una crisis financiera internacional que se ha
traído abajo a una impresionante lista de los más grandes
bancos e intermediarios financieros del planeta. Estas recesiones
asociadas a crisis financieras son más severas y prolongadas
que las recesiones normales.
En esta coyuntura, que el Presidente declare que nuestra economía
será inmune a estos desarrollos externos negativos, o que
afirme (como una suerte de conjuro mágico) que las inversiones
vendrán al país porque “somos una isla de bonanza
económica”, o que diga esta es una crisis capitalista de
crecimiento, o que su principal propuesta económica para
enfrentar la crisis externa sea insistir en el libre comercio, define
una peligrosa inacción de la política macroeconómica.
Esta recesión más crisis financiera se transmite a la periferia a
través de diversos canales de contagio. El primero es el
financiero: Salida de capitales, no renovación y/o recorte de
las líneas de crédito del exterior menores remesas. El
segundo es el bursátil: Mayor volatilidad y tendencia a la
baja de la bolsa de valores limeña. El tercero es el
comercial: Desplome de los precios internacionales de las materias
primas que exportamos y así menores ingresos fiscales
principalmente por la caída del impuesto a la renta, también
disminuyendo la demanda para nuestras exportaciones no tradicionales.
Por ultimo, tenemos el canal de las expectativas:Los agentes se
vuelven mucho mas conservadores para tomar sus decisiones de
inversión o consumo y de prestar o no dinero. La suma de estos
efectos afectara adversamente la tasa de crecimiento del PBI y el
ritmo de creación de nuevos puestos de trabajo. Y, además,
la suma de estos efectos genera ya fuertes presiones al alza del tipo
de cambio. Mas que invocaciones a mantener la fe, o a la filosofía
del sí se puede, lo que se necesita es una dosis indispensable
de pragmatismo para enfrentar eficazmente estos efectos adversos de
la crisis externa.
Una primera decisión está referida a no esperar la
manifestación e intensificación de los inevitables
efectos adversos de la crisis externa sobre el crecimiento económico
peruano para desarrollar una política fiscal y monetaria
expansivas, contracíclicas: Sostener el gasto de capital y
reducir la tasa de interés de referencia y la tasa de encaje
en moneda nacional a fin de dotar de liquidez a los bancos y prever
futuras restricciones del crédito.
Una segunda decisión, cuando ya tenemos un déficit de
balanza comercial en setiembre ultimo, es que el BCR deje de vender
dólares (el flujo de la posición de cambios en octubre
fue de –US$ 3,044 mills) al ritmo al que lo viene haciendo;
permitiendo una moderada devaluación. Actualmente se esta
utilizando las reservas de divisas de modo prematuro, dada la
incertidumbre sobre la duración de la crisis externa. Además,
está generando una creciente pérdida de competitividad
de nuestra industria debido a que nuestros socios comerciales (por
ejemplo, los países de la región) tienen ritmos
devaluatorios frente al dólar mucho mayores que el nuestro.
Una tercera decisión es aumentar las tasas arancelarias
aplicables a bienes suntuarios ( licores, cigarrillos, vehículos
de alta cilindrada para uso personal y embarcaciones de recreo etc);
si bien en términos de recaudación ello no revertiría
sustancialmente el déficit en cuenta corriente, éste
ajuste incremental apuntalaría una percepción menos
asimétrica respecto a la distribución de la carga
tributaria por parte de los ciudadanos a pie. Al final, es la
política macroeconómica peruana la que puede amortiguar
(si esta bien hecha) o agravar (si esta mal hecha) los inevitables
impactos de la crisis externa; y lo digo aunque me gane un puesto en
la balsa.
Keynes desde la periferia
Economista Ph. D.
Profesor Principal de la PUCP
El presidente Alan García en su discurso pronunciado en la CADE 2008 dijo, refiriéndose a la crisis internacional, «hay que comprar los libros de Keynes». Pero, si él los hubiera comprado y leído antes de iniciar su segundo gobierno, habría recusado las políticas neoliberales del Consenso de Washington que el fujimorismo aplicó ignominiosamente en nuestro país. Habría propuesto el desarrollo de los mercados internos, sin renunciar al comercio ni subordinar el crecimiento a él; y, se habría empeñado en desarrollar un mercado financiero y de capitales que nos proteja de la globalización financiera.
Pero, como sabemos, abrazó el ideario del «fujimorismo económico», que dolarizó el sistema financiero, que deprimió el tipo de cambio real, que encareció el costo del crédito y que redujo la inversión pública hasta niveles perversos atentando contra los pobres con el deterioro de las carreteras, de los ferrocarriles, de las postas médicas, de los hospitales, de las escuelas, de los colegios y de las universidades públicas. Quizá por esta razón el presidente García nunca entendió que para salir de la secuela recesiva de la crisis financiera de 1998, se adoptaron políticas macroeconómicas y regulatorias a tono con el keynesianismo. Bajó la tasa de interés, aumentó el tipo de cambio real, se redujo la exposición del sistema financiero y de las cuentas fiscales al riesgo cambiario, y se dio inicio a un estilo de crecimiento menos primario exportador y, por primera vez, acompañado con superávit crecientes en la cuenta corriente de la balanza de pagos.
De cómo se redujo la fragilidad económica y financiera
La crisis financiera de 1998 permitió extraer una lección importante para economías pequeñas, abiertas al mundo como la nuestra. Con una cuenta de capitales abierta, el sistema bancario y financiero local mal regulado, la tolerancia a la expansión de deudas (pública y privada) en dólares, y el descuido del sector externo, constituían los principales factores de contagio y propagación de las crisis financieras externas.
La lección aprendida, entonces, no era que las crisis se prevenían generando recurrentes superávit fiscales. Las lecturas de Keynes y Minsky, desde una economía semidolarizada y abierta como la nuestra, sirvieron para que el equipo económico del período 2001-2006 imaginara e implementara un conjunto de políticas preventivas para protegernos de nuevos shocks externos adversos. En primer lugar, se adoptó una política explicita de acumulación de reservas internacionales, para que el BCR pueda actuar como prestamista de última instancia y, por esta misma razón, para morigerar la volatilidad del tipo de cambio. Se introdujo una regla de intervenciones cambiarias esterilizadas, con este propósito, junto a una regla de política monetaria que permitió anclar las expectativas inflacionarias. En segundo lugar, se limitó severamente el endeudamiento externo de corto y largo plazo por parte de las empresas bancarias, con lo cual se evitó la expansión del crédito en moneda extranjera a familias y empresas cuyos ingresos son fundamentalmente en soles. Y, en tercer lugar, se puso en marcha el programa de creadores de mercado de deuda pública interna, en soles, para aislar las cuentas fiscales de los riesgos de mercado (cambiario y de tasa de interés) asociados al predominio de deuda en moneda extranjera, mediante su sustitución por deuda interna en soles, y también para reducir el riesgo de refinanciamiento de la deuda pública alargando sus plazos de vencimiento.
Todas estas medidas se orientaron a proteger financieramente a la economía porque generaban las condiciones para crear activos o títulos en soles (sustitutos de los activos en dólares), que son menos expuestos al contagio. El citado programa tenía además el propósito de impulsar el desarrollo del mercado de capitales en soles, con la creación de una curva de rendimientos que sirvió de referencia para las emisiones privadas que se hicieron en los últimos años. Faltó, sin duda, reformar el respectivo marco regulatorio para permitir que las empresas productivas, pequeñas y medianas, financien sus inversiones con emisiones de bonos en soles y, también, para que las AFPs destinen parte importante de sus fondos a la compra de bonos, en moneda local, para financiar inversiones públicas y privadas en infraestructura económica y social.
Keynes desde la periferia ahora
El gobierno actual debilitó estas piezas institucionales. Alentó el endeudamiento privado en dólares, deterioró el sector externo de la economía, no hizo nada para aumentar la presión tributaria y abandonó el programa de creadores de mercado de deuda pública afectando su profundidad y liquidez y, con ello, la expansión del mercado de capitales en soles.
No obstante lo anterior, los voceros del gobierno afirman que no habrá recesión, que los efectos de la crisis internacional serán reducidos porque creceremos el próximo año a la tasa de 6.5%. Pero esto no es lo que afirmaría un buen lector de Keynes desde la periferia. Para realmente contrarrestar los efectos de la crisis internacional, no hay que subir la tasa de interés ni recortar el gasto público. Esta es la receta fondomonetarista que hoy se está aplicando en Hungría. Si queremos crecer a la tasa de 5 o 6% el próximo año, primero, hay que impedir el agravamiento del déficit externo imponiendo aranceles a las importaciones de los bienes de consumo conspicuo. Segundo hay que adelantarse al ataque especulativo contra nuestra moneda y a la salida masiva de capitales, subiendo gradualmente el tipo de cambio. Esto atenuará la reducción acelerada de las reservas internacionales del BCR y, además, contribuirá a restablecer el equilibrio del sector externo. No sabemos dónde se originaría el ataque especulativo, pero se dice que hay instituciones que están deshaciendo sus posiciones para refugiarse en el dólar. Seria bueno que se congelara inmediatamente el límite de las inversiones en el exterior de las AFPs en el nivel actualmente utilizado. Tercero, hay que programar ya un incremento del gasto público priorizando las inversiones en infraestructura y los gastos en sectores sociales. Por último, el Estado debe garantizar la deuda externa de los bancos locales solo con la condición de hacerse propietario de sus acciones si las garantías se efectivizan.
Keynes desde la periferia jamás aconsejaría endeudarse en el exterior en dólares para enfrentar los efectos de esta crisis y, sin duda, sentiría vergüenza ajena si escuchara a un gobernante afirmar que «muchísimos en el mundo van a decir que el Perú es un país sólido» si logra colocar bonos en el mercado internacional por 600 millones de dólares.
Cómo enfrentar la crisis que nos amenaza
Félix Jiménez
Economista Ph. D.
Profesor Principal de la PUCP
La actual crisis internacional tendrá fuertes efectos recesivos e inflacionarios sobre la economía peruana. También tendrá efectos financieros que pueden poner en peligro al sistema bancario local. Primero, porque disminuirán las exportaciones tanto por la caída de los precios internacionales de los metales como por la recesión en USA, Europa y Japón; lo cual acrecentará el actual déficit del sector externo (balanza en cuenta corriente). Segundo, porque se reducirán los ingresos fiscales por la caída de los precios de las materias primas. Tercero, porque desaparecerá el boom del crédito en dólares que estimuló el crecimiento económico de estos dos últimos años. Las líneas de crédito que obtenían los bancos locales en el exterior se han cortado y/o encarecido por la crisis financiera externa. Cuarto, porque aumentará la salida de capitales del país lo que, junto con el déficit de la balanza en cuenta corriente, presionará al alza del tipo de cambio. Este aumento del tipo de cambio tendrá efectos inflacionarios y afectará negativamente a todos aquellos que tienen deudas en dólares pero ganan en soles.
Aumentando la fragilidad de la economía
Estos efectos negativos sobre la economía peruana de la crisis internacional serán mayores de lo necesario debido a las modificaciones contraproducentes de la política macroeconómica efectuadas durante los dos últimos años. Estas modificaciones han aumentando la vulnerabilidad de la economía ante cambios adversos en el contexto internacional, en lugar de reducirla.
En primer lugar, el actual deterioro externo de la economía (creciente déficit en la balanza en cuenta corriente), es también resultado de la drástica reducción arancelaria, de la aceleración del crédito bancario al sector privado en moneda extranjera y de la caída del tipo de cambio real. Las importaciones crecieron de manera espectacular mientras se desaceleraron las exportaciones. El déficit en la cuenta corriente del segundo trimestre fue de 4.5% del PBI y es muy probable que este año termine con un déficit de 7% del PBI. En consecuencia, aún sin la recesión mundial, los neoliberales de este gobierno, al igual que lo hicieron antes, ya nos conducían directamente a una crisis del sector externo. Y todavía no hemos firmado el TLC con China.
En segundo lugar, el crecimiento de la deuda externa de corto y largo plazo de los bancos locales, ocurrido durante el último año, justo desde que se inicio la crisis financiera en USA, fue fomentado por el Banco Central. Las medidas más importantes fueron el aumento de la remuneración al encaje en moneda extranjera y la exoneración de encajes a los pasivos externos mayores de dos años.
De diciembre de 2006 a agosto de 2008, la deuda externa del sistema bancario aumentó en cerca de 500%. El 45% de esta deuda externa es de corto plazo. En este mismo período el crédito al sector privado de las empresas bancarias en dólares aumentó en 46.6%. La deuda externa financia el 41.1% de estos créditos en moneda extranjera.
Esta deuda externa aumenta la fragilidad del sistema financiero porque ante un recorte abrupto de estos recursos externos puede generarse una crisis bancaria similar a la que ocurrió en 1998 que tiene efectos recesivos y eleva el tipo de cambio. A esto, habría que sumarle la elevación del límite operativo de las inversiones de las AFPs en el exterior hasta 30%, cosa que también incrementará la presión alcista sobre el dólar.
En tercer lugar, la ausencia de una reforma tributaria, junto al «óbolo minero» y la pérdida de ingresos tributarios por más de 3 mil millones de soles por las rebajas arancelarías, han acentuado la inestabilidad de las cuentas fiscales ante cambios adversos en el contexto internacional. Un sistema tributario regresivo como el actual impide aumentar el gasto público durante las recesiones. Nótese que en el presupuesto del próximo año ya se ha recortado el gasto en inversión pública ante la eventualidad de una caída de los ingresos fiscales.
¿Qué hacer?
Primero, hay que impedir el agravamiento del déficit externo. Para ello debe imponerse aranceles a las importaciones a los bienes de consumo conspicuo o elevar el respectivo impuesto selectivo al consumo de estos bienes importados.
Segundo, hay que evitar un ataque especulativo contra nuestra moneda y una salida masiva de capitales. Para ello debe dejarse subir gradualmente el tipo de cambio, que atenuará la reducción acelerada de las reservas internacionales del BCR y, además, contribuirá a restablecer el equilibrio del sector externo. Asimismo, debe congelarse el límite de las inversiones en el exterior de las AFPs en el nivel actualmente utilizado y que no supere el 17%.
Tercero, hay que evitar un ajuste recesivo de tipo fondomonetarista porque genera desempleo y pobreza. Para ello debe aumentar, en lugar de recortarse, la inversión publica en infraestructura económica y social, así como el gasto en los programas sociales.
Cuarto, hay que evitar una crisis bancaria como la del 98, pero sin repetir el atentado contra las arcas del Estado que promovió el fujimorismo con el «rescate financiero» de los bancos Wiese, Latino, Financiero, etc. La medida que proponemos es una garantía del Estado por la deuda externa de los bancos locales y, si esta garantía se efectiviza, el Estado pasaría a ser propietario de las acciones del Banco por el monto equivalente de dicha garantía. Este es, peruanizado, el modelo inglés anunciado por el primer ministro Gordon Brown.
Por último, hay que señalar que las recientes medidas anunciadas por el titular del MEF no resuelven ninguno de los problemas mencionados anteriormente. Estas medidas son el endeudamiento contingente en moneda extranjera con instituciones multilaterales (FMI, Banco Mundial, BID, CAF) y la emisión de deuda externa (bono global) en el mercado internacional hasta por 600 millones de dólares. Primero, porque el FMI y el Banco Mundial acompañarían sus préstamos con las usuales condiciones en materia de política económica que, como demostró la experiencia de la crisis asiática de 1997-98, logran que el remedio sea peor que la enfermedad. Segundo porque el costo de esta nueva emisión de deuda externa sería muy alto en el contexto actual de sequía de liquidez en los mercados internacionales.
Causa de la Crisis Financiera
El Transfondo Estructural de la Crisis Financiera
Juergen Schuldt_________________________________________________________________
Una y otra vez nos vienen repitiendo que la debacle financiera que se desató el año pasado en EEUU, al explotar la burbuja hipotecaria, habría sido consecuencia de procesos de especulación irresponsable, de extendida inmoralidad, de ceguera arrogante, de regulación laxa, de codicia irrefrenable, entre otras bellezas que son todas válidas en referencia a lo que ha venido sucediendo en los mercados financieros desde 2002. Lo mismo se decía cuando –después de inflarse por una década- reventó inesperadamente la burbuja tecnológica (dot.com) en 2000. Desafortunadamente, tales análisis son superficiales y parciales, aparte que confunden causas con efectos. Lo que se le escapa a ese tipo de diagnósticos es que esas ‘burbujas’ son lo que su nombre indica: efervescencias que activan artificialmente la actividad productiva, tapando temporalmente las deficiencias estructurales del proceso de acumulación, en el marco de tasas descendentes de ganancia en los sectores propiamente productivos.
En tal sentido es ingenua la creencia de que los recientes super-paquetes financieros de salvataje sacarán de la recesión al Imperio y sus aliados. Bien lo ha dicho Phil Roth, un analista de Miller Tabak: “La gente puede decir, ‘¡Puff, hemos sobrevivido la crisis financiera!’. Pero a continuación tenemos la cuestión de la recesión y no sabemos qué tan profunda será” (WSJ, octubre 14). Más aún, habría que añadir que ella será bien prolongada porque: ¿Sobre qué bases productivas se podría sustentar una recuperación de la inversión y del crecimiento económico de largo plazo en los países ‘desarrollados’, de los que tanto seguimos dependiendo? ¿Sería la industria de automóviles, del acero, de la energía, de las telecomunicaciones y similares, cuando bien sabemos que están en franco declive? Ahí es donde radica el quid del asunto, pero que para entenderlo nos obliga a remitirnos a las bases sobre las cuales se desarrolla inexorablemente el capitalismo y que motoriza las inversiones en manada, provenientes de los ‘espíritus animales’ de los empresarios y de las condiciones materiales e institucionales de producción.
Para entender las afirmaciones precedentes resulta indispensable adoptar un enfoque histórico-sistémico, por más pretencioso que suene. Aplicando algo mecánicamente el paradigma de las ‘ondas largas’ del capitalismo (Kondratieff-Schumpeter-Mandel), coincidimos con la opinión de que el sistema –desde la Revolución Industrial- ha progresado en forma oscilante por extendidos ciclos de entre 40 y 60 años de duración, cada uno de los cuales se sustentó en una serie de ‘innovaciones’. Una compleja combinación de éstas (nuevas tecnologías, productos, materias primas, fuentes de energía, mercados y similares), apoyada por sustanciales créditos, despertaban los ‘espíritus animales’ del empresariado y daban lugar –en la fase ascendente ‘A’- a una manada de inversiones que llevaron a la bonanza macroeconómica por un periodo de veinte a treinta años.
Después de tales auges, y como consecuencia de la sobreproducción a que dan lugar, se agotaban las posibilidades de expansión -lo que se reflejaba en la reducción de la tasa de ganancia- y se pasaba a una etapa –nuevamente de veinte a treinta años- de menor crecimiento económico, deflación y desempleo (fase ‘B’), en que el capital financiero tiende a dominar sobre el propiamente productivo (véase el Gráfico I, en que se observa la exageradamente elevada relación entre los precios de las acciones y las ganancias netas que rinden: si esa relación P/E está por encima de 15 es señal de ‘exuberancia irracional’ y, hasta cierto punto, permite pronosticar las debacles financieras, siguiendo la hipótesis de Robert Shiller).
GRÁFICO I: RELACIÓN PRECIOS ACCIONES SOBRE GANANCIAS, 1935-2008
Agrande con el ratón
En la última onda larga, la que se inicia en el periodo de la posguerra, hemos transitado a esta fase ‘descendente’ (en la que seguimos atorados) después de los ‘Treinta Años Gloriosos”, que se agotaron en 1971-73. De manera que, durante los últimos 35 años, en ausencia de bases reales para la innovadora acumulación productiva, las economías altamente desarrolladas –comenzando por EEUU- se han expandido a tasas relativamente bajas, comparadas con las de los ‘Años Dorados’. Estos últimos culminaron en una notoria sobreproducción, la que se reflejó en una reducción paulatina de la tasa de ganancia en los EEUU, que se explica además por el ingreso al mercado global de países como China, India, Rusia y similares. En efecto, como ha mostrado Walden Bello, la rentabilidad del capital –que en los años sesenta del siglo pasado alcanzaba el 7,15% en EEUU- fue encogiéndose paulatinamente: en los ochenta bajó a 5,3%, en los noventa a 2,3% y, en lo que va del siglo XXI, por debajo del 2%. Nótese, sin embargo, el espectacular avance de las ganancias financieras, que llegaron a rebasar el 30% de todas las utilidades corporativas, a pesar de que su contribución al PBI generó un escaso 15% (ver Gráfico II, donde se constata además que las remuneraciones del sector financiero no llegaron ni al 10% del valor agregado corporativo).
GRÁFICO II: GANANCIAS DEL SECTOR FINANCIERO, 1970-2007
Se trata, por tanto, de un periodo decadente caracterizado por ciclos coyunturales relativamente cortos, azuzados artificiosamente por el empuje que se dio a las inversiones por efecto de las guerras, la duplicación de la fuerza laboral mundial, las ilusas esperanzas en progresos técnicos revolucionarios y de las bajas tasas de interés, pero que –por eso mismo- se materializaron en auges espurios y, por tanto, en recesiones recurrentes en EEUU (1980-82, 1990-91, 2001-03 y la actual 2008-…?). Podría decirse que se estimuló la economía, la que saltó de burbuja en burbuja, gracias a los lobbies militar-industriales y, sobre todo, a la sobredimensionada dinámica del sector financiero-hipotecario, la que solo podía ser temporal y ficticia, en el sentido que no se nutría de innovaciones profundas de corte tecnológico-productivo, que habrían permitido incrementar sostenidamente la productividad y la tasa de ganancia de las corporaciones no financieras.
De ahí que las economías avanzadas, particularmente EEUU, se haya mantenido a flote durante las tres décadas pasadas gracias a una serie de medidas geopolíticas y financieras truculentas para estimular la demanda doméstica, con lo que lograron vivir -consumir e invertir- más allá de sus posibilidades reales, generando déficit fiscales y externos descomunales, financiados por ahorro externo (especialmente por parte de Japón, China y la UE), en ausencia de ahorros domésticos personales y del gobierno.
Personalmente creíamos que se iba a iniciar una nueva onda larga en 1992, la que vendría propulsada por diversas innovaciones revolucionarias (informática, telecomunicaciones, biotecnología, robótica, energía atómica y similares), las que no llegaron a cuajar y que probablemente –en una década, en el mejor de los casos- permitirían el inicio de un renovado ciclo expansivo de recuperación y auge de varias décadas en el mundo altamente industrializado.
En los próximos días seguramente Bernanke volverá a reducir la tasa de interés de referencia. Sin embargo, por más que las Bolsas muestren signos de recuperación (y una preocupante volatilidad), lo que hasta ahora no se nota, será escaso el flujo de créditos que soltarán los bancos (a pesar de que acaban de recibir US$ 250.000’ de oxígeno), porque uno se preguntaría: ¿adonde iría ese dinero para fines de inversión o consumo, en una economía altamente endeudada y sin posibilidades de rentabilidades apreciables? No parecen existir bases reales prometedoras para hacerlo. En ese contexto, la crisis financiera habrá de impactar con fuerza aún mayor los sectores reales; lo que no nos debe hacer olvidar que el origen último de la debacle norteamericana y la de sus socios radica precisamente en la osteoporosis productiva a falta de innovaciones tecnológicas sustanciales. No son, pues, muy auspiciosos los tiempos que nos esperan.
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Bernanke, Paulsen y Bush: ¿Entiende usted por qué se ríen?
Bibliografìa Básica Sobre la Crisis
El Capitalismo en Su Laberinto
Alberto Graña
El periodista e investigador en temas de globalización y economía internacional sostiene que del 2002 al 2007 EUA vivió un inédito periodo de expansión de la inversión y el crédito, que multiplicó el consumo improductivo y aumentó artificiosamente el precio de los bienes inmuebles. Desde el estallido de la burbuja inmobiliaria en 2007 sucede el fenómeno inverso: la velocidad de la caída del valor de los inmuebles es mayor que incluso 1929. Y más extendida: en 1929 la crisis inmobiliaria estalló en la Florida. La actual crisis abarca el Sur de California, La Florida, Nebraska (Las Vegas), casi todos los Estados alrededor del Lago Michigan, entre otros. ¿Por qué la velocidad de las quiebras?
¿Por qué a pesar del plan de rescate aprobado en Estados Unidos los mercados bursátiles siguen en constante caída?
Esto ocurre porque después de 1969-1972 tiene lugar una fase descendente del ciclo largo plazo de las mayores economías occidentales (EUA, Japón y Alemania) y, desde finales del 2007, esta crisis larga coincide con la crisis bancaria sistémica bancaria, en el mero centro del sistema. Mi hipótesis es que la crisis crediticia retroalimenta y eventualmemente puede acantuar el descenso de ciclo de largo plazo(fase B de Kondratieff) . Ahora, no es lo mismo China que EUA, el primero es un país acreedor y, hasta ahora, en crecimiento, el segundo, desde Reagan, es un país que consume más de lo que produce y su consumo lo hace “de fiado” de sus países acreedores China, Rusia,Japón, Arabia Saudita, hace ya mas de dos décadas. Pero China ya es parte de la globalización y, para bien o, para mal, esta indisolublemente ligado a su socio comercial mas importante: EUA
¿Cuál será la duración de esta crisis en EUA?
Difícil saberlo, es una situación inédita, muy compleja y muy veloz. Pero la crisis bancaria japonesa de 1992, a pesar de haber transcurrido más de 15 años, todavía tiene al Japón en deflación y muy lento crecimiento productivo. La gran depresión duró de 1929 a 1938 y después vino la II gran guerra hasta el año1945. Fueron dos décadas de planificación compulsiva del Estado
¿ Cual es el efecto de las crisis bancarias en la economía?
En 1992 la crisis bancaria sueca dejó la economía 5 o 6 años recesada. El nivel de desempleo subió a niveles no nórdicos y la solución que optó el gobierno fue rescatar a los bancos comprando acciones que no valían casi nada(como ahora). Los banqueros tuvieron que reconocer sus deudas, avalarla y pagarla a los contribuyentes en un lapso de tiempo. Se estima que el costo hubiera sido del 6 al 8% de la producción total, si los suecos en 1992 hubieran cargado la cuenta a los contribuyentes, como propone ahora Paulson. Las medidas adoptadas en Suecia incluyeron mecanismos para ir pasando al contribuyente los pagos de los banqueros y, también, canalizando la venta de las acciones cuando se recuperaron. El costo estimado de estas medida de intervención del Estado redujo el costo social a aproximadamente el 2% del PBI. En Finlandia, la crisis bancaria costó más de la mitad del PBI(51%) pero no sé muy bien como la resolvieron. Hablando rápido, en EUA, hasta ahora, la acción pública se ha orientado a socializar las pérdidas después de haber privatizado las ganancias.
política monetaria.
¿Están siendo efectivas las medidas de política en EUA y Europa para hacer frente a la crisis?¿Cuál es la mejor alternativa?
Si te refieres a la efectividad de la política económica, digamos que los norteamericanos están en graves problemas. De un lado, la política monetaria de subir o bajar la tasa de interés para controlar la inflación o reactivar la economía aplicada por casi dos décadas –desde Greenspan- no va funcionar en el futuro cercano (ni lejano) por que el problema central ahora es la deflación de precios y la recesión económica. La reducción de la tasa de interés referencial no ha podido reducir el costo real del dinero, ni la cadena de moras pagos de las familias norteamericanas, ni la quiebra de los mayores bancos del mundo. Hasta ahora, la evidencia muestra que habría que cambiar la política monetaria, bueno ya esta cambiando, ayer hubo una intervención conjunta de los mayores bancos centrales del mundo para bajar las tasas de interés. El resultado, que yo sepa, hasta ahora ninguna economía se ha reactivado. Si te refieres a política fiscal, subir impuestos o cortar el gasto público también sería más recesivo. Además el déficit fiscal de EUA es insostenible así como su déficit en cuenta corriente
¿Funcionará el plan de rescate que aprobó Congreso de los EUA para salir de la crisis?
Bueno, desde marzo, las quiebras han ido aumentando en dimensión y complejidad, hasta llegar a la quiebra de AIG, la aseguradora más grande del mundo, en septiembre. Su rescate no calmó los ánimos, le hizo cosquillas a las bolsas del mundo y, mas bien, aumentó la volatilidad, tanto, que tuvieron que lanzar en la siguiente semana una nueva “Ley de Emergencia Económica” (700 billones de U$, 4% del PBI). Y las bolsas siguieron desplomándose.
En mi opinión, la nacionalización de AIG disparó el gatillo de la crisis sistémica bancaria, el efecto dominó que vivimos actualmente en el mundo.
En suma, la crisis es global y también, la globalización neoliberal está en crisis. Y creo que-como en 1929- la teoría económica neoclásica (que usa extensivamente el FMI-BM) no aporta mucho para interpretar lo que pasa y, menos aún para prevenir lo que podría pasar. La especialidad de los neoclásicos es el análisis estático, la dinámica económica les es ajena. La onda nos está alcanzando y eso es una realidad verificable. Ayer México lanzó un paquete de 35000 millones de dólares para revertir los efectos de la crisis financiera y así casi todos los países y grupos de países adoptan medidas…¿y el Perú?.
¿Cuál será el efecto de la crisis en la economía peruana?
Serían diversas las vías de transmisión de la crisis al LAC y el Perú pero, mi concentración ha estado, en los últimos años, en la crisis y los mecanismos de transmisión en EUA y Europa. En el Perú, creo que tendría un efecto negativo en las exportaciones, estoy pensando en textiles y confecciones donde se concentra la mayor cantidad de empleo industrial y, en la agroindustria de exportación, donde se concentra la mayor cantidad de subempleo por ingresos: Ica, La Libertad.
Habrá que mirar el sector financiero y las inversiones de las AFP´s en EUA que concentran una muy buena proporción del ahorro nacional, las remesas de utilidades y precios de transferencia, y los créditos externos del sector privado. También el aumento del costo del crédito internacional afecta el costo de la deuda pública
¿La caída en el precio de los metales también?
Significa menor recaudación tributaria y menor a las regiones. Aunque no es automático.
En medio de un Terremoto
Pedro Francke
La actual crisis financiera internacional es como un terremoto: sabemos que estamos en medio de él, pero no sabemos si está por terminar o si vendrá un remezón peor. Tampoco sabemos cuántas casas y edificios se caerán. Menos todavía podemos saber cómo se reconstruirá la ciudad después del sismo.
Pero de lo que no cabe duda es que estamos en medio de un terremoto. No es un temblorcito. No es algo que pasa sin más consecuencias que un ligero susto. No, es un terremoto y de los grandes. Los expertos coinciden en que desde el crack de 1929, hace casi 80 años, el mundo no había vivido una crisis financiera de esta magnitud.
Lo primero que sorprende, entonces, es que el Presidente de la República no se manifiesta al respecto. Sí, es verdad que está en medio de otro terremoto, causado por la revelación de una fuerte corrupción en su gobierno. El mismo Alan García se ha reunido con algunos de los corruptos más de una vez. Pero aún en esas condiciones es increíble que sobre la crisis internacional, dos semanas después de que esta se revelaran con toda su fuerza, y diez días después de que dijera la barbaridad de que esto no nos iba a afectar para nada, el Presidente García no diga ni pío sobre el tema y prefiera hacer declaraciones orientadas a mantener la impunidad en torno a la muerte de cuatro campesinos en Ayacucho y una señora embarazada a manos de una patrulla militar.
El terremoto internacional tiene muchas diferencias, pero algunos parecidos con la crisis de corrupción de Perú: personajes inescrupulosos, abuso total de los dineros del público, un estado permisivo y cómplice, desregulación y privatización. También algunas consecuencias de estas dos crisis son parecidas, como la confianza de la gente, que en ambos casos prácticamente ha desaparecido. La diferencia en este caso es que, en la crisis financiera, la gente tiene una salida, que es retirar su dinero de los bancos y financieras, aunque sea tras haber perdido 30% o 40% del mismo. En cambio, ante la pérdida de confianza en el gobierno poco es lo que podemos hacer de manera individual, y la búsqueda de opciones colectivas, es más lenta y difícil.
Recién estamos viendo las primeras consecuencias de la crisis internacional sobre nosotros: alza del dólar con sus duros efectos sobre quienes tienen deudas en esa moneda y caída de la bolsa de valores que afecta también a los afiliados a las AFPs. Otros efectos los veremos en los próximos meses, dependiendo de la reacción del gobierno. La caída del precio del cobre y otras materias primas reducirá los ingresos fiscales, pero el gasto público en educación, salud y carreteras sólo se afectará si predomina la clásica visión fondomonetarista del ajuste. El crédito posiblemente se haga más difícil de obtener y suban las tasas de interés, por lo que pagar deudas en la medida de lo posible es una medida prudente. El crecimiento económico se detendrá, y con ello el empleo.
Pero recuerden que estamos en medio de un terremoto. No se puede saber cuánta más crisis tenemos por delante ni cómo se resolverán las cosas al final.