Mario Vargas Llosa, en su
artículo Las ficciones malignas, acusó a Paul Krugman de haber
«contribuido a acelerar la fuga de capitales» al anunciar la posibilidad de un
«corralito» en la economía española, y, poniéndose por encima del nobel de
economía, nos endosó su concepción de la crisis. Dijo: hay crisis porque «los
países gastaron más de lo que tenían», porque «construyeron Estados
benefactores ejemplarmente generosos pero incapaces de financiar». Así, para el
neoliberal Vargas Llosa la crisis europea actual no es otra cosa que el
resultado del «fracaso del Estado».
Sobre las interpretaciones de la
crisis internacional
Hace poco un economista
partidario del modelo neoliberal asumió la defensa de Paul Krugman. La lógica
de su defensa, fue como sigue: 1) la
creación del Euro –en 1999- estimuló la inversión del centro de la eurozona en su
periferia; 2) la disminución de las tasas de interés en los años siguientes (por
ejemplo, la tasa de la FED bajó de 6% en enero de 2001 a 1% en junio de 2003),
dio lugar a un boom inmobiliario; 3) el
auge económico originado por las bajas tasas de interés, mejoró las cuentas
fiscales y redujo la deuda pública como porcentaje del PBI, excepto en Portugal
y Grecia; 4) la burbuja inmobiliaria revienta con la subida de las tasas de
interés (por ejemplo, la FED subió su tasa hasta alcanzar un máximo de 5.25% en
el 2007), produciendo quiebras bancarias y recesión; 5) el rescate de los
bancos, el subsidio al desempleo y la recesión aumentan el gasto público y, por
lo tanto, el déficit fiscal; y, 6) el mayor déficit aumenta la deuda pública
como porcentaje del PBI e induce a los inversionistas a exigir tasas de interés
más altas para adquirir bonos soberanos; esto genera más déficit y, por lo
tanto, más deuda respecto al PBI; y, el círculo vicioso continúa. Nuestro esmerado
economista concluye entonces que el déficit fiscal «fue una consecuencia, no
una causa, de la crisis europea».
El lector se habrá dado cuenta que
es imposible identificar la causa de la crisis en este razonamiento. ¿Será la
creación del Euro? ¿Serán las bajas o las altas tasas de interés? ¿Serán los
bancos centrales que bajaron las tasas y provocaron el boom inmobiliario? ¿Será
el subsidio al desempleo?
Para defender a Krugman basta
con citar a Krugman. En su libro The Conscience of a Liberal,
Krugman dice que en el período que va de mediados de los cuarentas a mediados
de los setentas, mejoró notablemente la distribución del ingreso dando lugar a
un período sin precedentes de prosperidad. Este fue el período del Golden
Age del capitalismo, caracterizado por aumentos de productividad que
impulsaban el incremento de los salarios, lo que a su vez estimulaba el
crecimiento de la demanda y del empleo. A este crecimiento le seguía el aumento
de la inversión que daba lugar a mayores aumentos de la productividad y a
nuevas mejoras salariales, generando así –lo que Palley y Krugman llaman-- un
«círculo virtuoso keynesiano».
Para estos autores, entonces,
el origen de la crisis tiene que ver con el fin de este círculo virtuoso, es
decir, con el modelo neoliberal que se impuso en todo el mundo con la elección
de Margaret Thatcher en 1979, de Ronald Reagan en 1980 y la generalización de
las políticas del Consenso de Washington desde 1989 con el patrocinio del Fondo
Monetario Internacional y del Banco Mundial. Las políticas neoliberales destronaron
el papel motor de los salarios reales en el crecimiento de la demanda al
desconectarlos de los aumentos de la productividad, y acrecentaron la
desigualdad en la distribución de los ingresos. Según Krugman la desigualdad
aumentó hasta alcanzar los niveles registrados en los años veintes y treintas
del siglo pasado; y, el resultado fue la generación de insuficiencia
estructural demanda efectiva.
Endeudamiento como motor del
crecimiento de la demanda
La insuficiencia de demanda se
neutralizó, dependiendo de la situación de cada país, con déficits fiscales,
con la reducción del ahorro privado personal para aumentar la demanda de consumo,
y con el aumento de la inversión productiva que seguía al incremento de la
demanda agregada. La caída del ahorro se transformó rápidamente en desahorro
debido al estancamiento de los sueldos y salarios reales, dando lugar a la
expansión del endeudamiento. El neoliberalismo desmanteló todos los estándares
regulatorios y, –como señala Palley--, convirtió al endeudamiento y a la
inflación de los activos financieros en motor del crecimiento de la demanda.
Las innovaciones financieras alentaron
la expansión de los créditos hipotecarios y de las deudas soberanas en un entorno
desregulado y de bajas tasas de interés. Se elevaron los ratios de deuda
privada respecto a los ingresos de las familias y de la deuda pública respecto
al PBI, hasta hacerse insostenibles. Es claro que el creciente endeudamiento
privado y público neutralizó la insuficiencia de demanda, en distintos momentos
y con distintos énfasis en Estados Unidos y Europa, y, cuando las deudas se
hicieron insostenibles, terminaron, en ambos casos, en recesión y crisis
bancarias.
A modo de conclusión
La crisis internacional es
entonces la crisis del modelo neoliberal; y, no un fenómeno puramente
financiero. Por lo tanto, su solución supone abandonar el modelo neoliberal; eliminar
el endeudamiento como motor del crecimiento de la demanda y restablecer el
papel de los salarios y de los mercados internos.
Publicado en el diario La Primera, el 24 de junio.
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