De Soto en la Amazonía
Javier M. Iguíñiz Echeverría*
Por medios de gran difusión y con la maestría pedagógica que lo caracteriza De Soto ha presentado un planteamiento sobre la problemática de la Amazonía. Una vez más, cabalgando sobre un problema peruano con repercusiones de alcance mundial, como ha sido esta vez la violencia en Bagua, vuelve a planear su propuesta. Una ventaja inmediata de su incursión es que con su poder mediático contribuye a mantener en la agenda la situación de la región amazónica, asunto que corre el riesgo de quedar en la esfera judicial. Otra es que no pone en duda que la propiedad es de los amazónicos.
La propuesta es conocida en lo esencial: hay que convertir los activos de los pobres, esta vez ya no la vivienda urbana sino la tierra, en bien comercial para que el progreso económico llegue, esta vez a la Amazonía. La propiedad de los pobres debe ser alienable de algún modo, debe poder cambiar de manos. Pero ¿qué hay de nuevo?
Grandes empresas
Detectamos dos novedades en los pequeños videos. Una es económica y consiste en que para De Soto los indígenas amazónicos no deben conformarse con generar pequeñas empresas; deben convertirse en grandes empresarios para contraponerse a las grandes empresas y negociar en igualdad de condiciones. Así al De Soto que había en García se añade el García que hay en De Soto. No aparecen ya atisbos del viejo recelo respecto del mercantilismo propio de las grandes empresas que era central en El otro sendero. Tampoco la acusación al capitalismo occidental de impedir su propia extensión al conjunto del globo terráqueo que había en El misterio del capital.
Cultura: una cuestión de poder
La segunda novedad es que la única manera de defender la cultura es con el poder económico que se logra creando grandes empresas. La cultura sería vista así como un subproducto de la competitividad en el mercado. La cultura sería la que se decide tener cuando se tiene dinero, ser propietario exitoso, para defenderla.
Suspicacias metodológicas
La pompa anunciando estudios previos no corrige la pauta de las publicaciones anteriores, esto es, la opacidad metodológica. En esta oportunidad se trata de la selección de opiniones rápidamente obtenidas de cuya representatividad no se tiene noticia. También se repite esa opacidad que consiste en definir imprecisamente, de manera alusiva, la institucionalidad realmente existente en la Amazonía y que debe ser el punto de partida de cualquier propuesta de reforma. No hay “línea de base” dirían muchos ahora. La fiera defensa de las tierras cuyos actuales títulos según De Soto no tienen “ninguna función” debiera merecer algún análisis. ¿Alguien puede creer que es por títulos poco claros que se dan los conflictos con las mineras?
¿Aprender de lo éxitos en el pasado?
Finalmente, la referencia a los éxitos resultantes de la titulación pasada no tiene un sustento comprobado. Por el contrario, hay evidencias de que las experiencias más antiguas de titulación, las del Perú, por lo menos hasta ahora, no han resultado en ventajas, por ejemplo, crediticias para quienes han seguido la pauta COFOPRI. Siendo lo jurídico importante, un sesgo “juridicista” al problema de la propiedad engaña. Aún así, será mejor que recurrir irresponsablemente a las armas.