Edgardo Cruzado Silverii; Economista
El objetivo central de la descentralización es aproximar el Estado a sus ciudadanos. La idea es que las instancias de gobierno más cercanas, municipios y gobiernos regionales, tengan más competencias, más recursos y, con ellos, puedan responder a los ciudadanos a los que representan, en los espacios territoriales que se encuentran bajo su responsabilidad.
En esta línea un Estado centralizado es menos eficiente, porque está obligado a simplificar y tiende a homogenizar, no pudiendo aprovechar la diversidad. El caso es que el Perú sigue siendo un Estado muy centralizado, sobre todo cuando de recursos se habla. Y esta situación se agudiza con el lanzamiento de losprogramas de incentivos a las municipalidades realizado por el gobierno central.
En nuestro país el MEF mantiene el poder de asignar la plata para cada uno de los 1,834 municipios, no importa si es un pequeño municipio rural de Junín, uno de las playas del sur de Lima o un municipio de la selva de Madre de Dios. ¿Y cómo puede hacer esto? El MEF define un conjunto de formulas para todo el país, que alimenta con variables que pueden ser expresadas en números y que existen para todos los municipios.
Las particularidades regionales y las visiones de desarrollo local no son relevantes para un sistema que homogeniza. Las cosas se hacen de arriba hacia abajo. Hacerlo de abajo hacia arriba, como debería ser en un proceso de descentralización, le quitaría la discrecionalidad que el gobierno central quiere mantener y que viene incrementando.
Este año, el presupuesto de los municipios ha disminuido en S/.2,500 millones. Como compensación se definieron dos programas de incentivos por S/.1,300 millones (13% del presupuesto total de los municipios). Su aplicación es una evidencia del mayor centralismo de la presente gestión.
A inicios del año se definieron las reglas de juego del Programa de Modernización Municipal (DS 002-2010 EF) y del Plan de Incentivos a la Mejora de la Gestión Municipal (DS 003-2010 EF). Para operarlo se ha organizado a los municipios en dos grupos: de ciudades principales que son 249 (40 de tipo A y 209 de tipo B) y los otros, que son 1,585, diferenciados entre los que tienen más de 500 viviendas urbanas (555 municipios) y menos de 500 viviendas urbanas (1,030 municipios). Para cada uno se definen metas a cumplir para conseguir el dinero del MEF: recaudación, inversiones, desnutrición, simplificación de trámites y apoyo a los negocios.
Las metas, por ser “objetivas” y aplicables para todos, resultan inadecuadas para alcanzar los objetivos de los programas. Por ejemplo, 1,030 gobiernos locales, 56% del total nacional, reciben las mismas metas sin importar su perfil productivo o los intereses de sus ciudadanos. En la práctica cualquier mecanismo de incentivos aplicado desde Lima, sin considerar las particularidades de cada región y gobierno local, será general e inadecuado para todos.
Una primera propuesta, para empezar el debate, es abandonar la distribución homogénea. Que cada región, como se hace en otros países, defina los criterios para la asignación de los recursos de los programas de incentivos en función de sus propias prioridades. ¿Por qué no?
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