Félix Jiménez
Economista Ph. D.
Profesor principal de la PUCP
El debate sobre el artículo de Waldo Mendoza En defensa del neoliberalismo, dio un giro inesperado que nos impidió continuar abordando los temas que este artículo nos puso sobre la mesa. Es momento entonces de retomarlos. Lo central del artículo de Waldo se resume en su particular definición de modelo neoliberal y su visión de los problemas del desarrollo y del crecimiento.
Él, como se recordará, define al modelo neoliberal como aquel que es “amigable a la inversión privada” y donde la “intervención estatal no entorpece el funcionamiento de la economía”. De acuerdo con esta definición “El Perú, nos dice, está, felizmente… junto con Brasil, Chile, Colombia y México (que son) modelos amigables para la inversión privada”. En cambio, Bolivia, Ecuador o Venezuela, según Waldo, son países “donde la intervención estatal entorpece el funcionamiento de la economía”. “En especial –sentencia--, Bolivia y Venezuela, han espantado a la inversión privada, la fuente más importante del crecimiento económico sostenido”.
En lo que respecta a los problemas del desarrollo y el crecimiento, Waldo sostiene que son suficientes una buena administración de la política macroeconómica y un incremento de la presión tributaria. Dice: “En Perú sólo hay que enfrentar mejor los choques externos” y “Elevar sustantivamente la presión tributaria para poder sostener un gasto público mayor en capital humano e infraestructura” y de este modo enfrentar “el gran lastre…de ser uno de los países más desiguales en América Latina”.
En este artículo trataremos nuevamente sobre el primer tema para después, en otro analizar su visión del desarrollo y el crecimiento.
El modelo neoliberal de Waldo y la evidencia empírica
Si la definición y clasificación de Waldo son consistentes, durante las dos últimas décadas la inversión debería haber crecido sostenidamente y a tasas altas en los países que él clasifica como neoliberales. Debido a la ausencia de información comparable sobre la inversión privada, vamos a intentar dos tipos de clasificación del conjunto de países mencionados por Waldo, utilizando información de la formación bruta de capital fijo a precios y dólares del año 2000 y de los coeficientes de inversión (porcentaje de la inversión respecto al PBI).
Los países que deberían calzar con la definición de Waldo serían aquellos donde la inversión crece a tasas promedio anuales más altas y/o donde los porcentajes de la inversión respecto al PBI son también los más altos, con el agregado de que estos coeficientes se mantienen o crecen en el tiempo. Además, en estos países los Estados serían los que menos habrían “entorpecido” el “funcionamiento de la economía”, pues de lo contrario la inversión no habría crecido y los niveles de los coeficientes de inversión no se habrían mantenido en el tiempo.
Tendríamos, asimismo, un segundo grupo de países, los más o menos amigables con la inversión, y un tercer grupo integrado por los menos amigables con la inversión y donde se ubicarían justamente los países contrarios al neoliberalismo. En este último grupo los Estados de los países que lo integran habrían hecho poco por estimular el funcionamiento de la economía o habrían realizado alguna acción que lo entorpece, con la consecuente caída de la inversión o su estancamiento.
a) El criterio de la evolución de la inversión
Los países “neoliberales”
En el primer grupo de países están Argentina, Venezuela y Chile. La inversión de estos países crece, entre 1990 y 2008, a una tasa por encima de 6.0% promedio anual. En Argentina la tasa es de 7.5%, en Chile de 7.9% y en Venezuela de 6.3%. Habría sido imposible lograr estas tasas de crecimiento si el Estado “hubiera entorpecido el funcionamiento de la economía”. A este grupo de países debería pertenecer Perú cuya inversión cree a la tasa de 6.3% promedio anual. Nótese que, junto a Perú, se encuentran dos países con los que Waldo no simpatiza (véase Gráfico 1).
Gráfico 1
Nota: Índice construido a partir de las series en Millones de dólares a precios constantes de 2000. Fuente: CEPAL, 2009.
Los Países “intermedios”
En el segundo grupo de países la inversión crece a una tasa cercana al 5% promedio anual. Integran este grupo: Bolivia con una tasa de 4.7%, México con una tasa de 4.8% y Colombia con una tasa de 5.3% (véase Gráfico 2).
Gráfico 2
Nota: Índice construido a partir de las series en Millones de dólares a precios constantes de 2000. Fuente: CEPAL 2009.
Países contrarios a la inversión o con un Estado obstruccionista
Finalmente, en el tercer grupo, donde, según la definición de Waldo, se encontrarían los países con modelos contrarios al neoliberal, la inversión crece a una tasa promedio anual inferior al 4%. Lo integran Brasil con una tasa de 2.6% y Ecuador con una tasa de 3.8%.
Gráfico 3
Nota: Índice construido a partir de las series en Millones de dólares a precios constantes de 2000. Fuente: CEPAL 2009.
Hasta aquí hemos mostrado que la definición de modelo neoliberal de Waldo no calza con la clasificación de países que él propone.
b) El criterio del coeficiente de inversión
Con el segundo criterio de los coeficientes de inversión también se obtiene una clasificación distinta a la propuesta por Waldo. El cuadro 1 contiene los porcentajes de la inversión con respecto al PBI. En 1990 Ecuador es el que tenía el coeficiente de inversión más alto (23.4%). Le seguían, en orden descendente, Venezuela, Chile, Colombia, Brasil, México y Perú. Los últimos lugares le correspondían a Argentina y Bolivia pues registran al inicio del período coeficientes casi 50% menores que el de Ecuador.
Cuadro 1
Fuente: CEPAL, 2009.
Dieciocho años después, en 2008, Chile, Ecuador y Venezuela seguían ocupando los primeros lugares: registran los coeficientes más altos y por encima de 28%. A estos tres, se le puede agregar Perú. Estos cuatro países serían los favorecidos por un Estado que no entorpece el funcionamiento de la economía. México, Colombia y Argentina también aumentaron sus coeficientes, pero sus niveles se ubican sólo en el rango de 20% y 25%. Por último, Bolivia no cambió de posición, pero ahora le acompaña Brasil.
Hay que señalar, sin embargo, que, entre 1990 y 2008, Argentina, Chile Venezuela y Perú fueron los países que aumentaron notablemente sus coeficientes de inversión.
Nuevamente la clasificación de Waldo no calza con su definición, pues en este grupo se encuentran dos países que no son de su agrado. No hay correspondencia entre la definición y la clasificación de países que él nos propone. Su clasificación corresponde más a la propaganda que machaconamente difunde la prensa oficial y adicta a este gobierno, y que tiene como propósito generar rechazo a la transformación que el país requiere.
¿Qué países integrarían un modelo amigable con los trabajadores o con la población?
Si utilizamos como criterio de clasificación el de ser amigables con los trabajadores a partir del comportamiento del salario mínimo real, resulta que Argentina, Bolivia, Brasil y Chile, son los únicos países donde el salario mínimo real creció, entre 1990 y 2007, a una tasa promedio anual por encima de 4% (véase Cuadro 2). Además, como se sabe, en estos países los derechos laborales, como el derecho a tener sindicatos, no están conculcados.
Cuadro 2
Fuente: CEPAL
Perú se encuentra, de acuerdo con este criterio, entre los países que habrían tratado mal a sus trabajadores. Entre estos se encuentran Colombia y México, los dos países que, según Waldo Mendoza, son amigables a la inversión privada o donde el Estado no entorpece el funcionamiento de la economía.
Si ahora tomamos en cuenta el porcentaje de población con acceso sostenible a mejores fuentes de abastecimiento de agua potable y a mejores servicios de saneamiento, en áreas urbanas y rurales, encontramos que los países que mejor atienden a su población son: Argentina, Chile y Ecuador (véase Cuadro 3). Brasil no ha mejorado ni desmejorado entre los años 2000 y 2006. Los otros países como México, Bolivia y Perú tienen el peor desempeño.
Cuadro3
Fuente: CEPAL.
En lo que se refiere al acceso a servicios de agua potable en zonas rurales, Brasil y Perú están en los últimos lugares en el grupo de los nueve países propuesto por Waldo. Por otro lado, con respecto al acceso a servicios de saneamiento, los países con el porcentaje más bajo de población atendida son: Bolivia, Brasil, México y Perú.
A modo de conclusión
La evidencia empírica analizada hasta aquí muestra la inconsistencia de la definición de modelo neoliberal de Waldo Mendoza. Pero, además, nos indica que las clasificaciones sobre la base de criterios de “desempeño” de algunas variables económicas y sociales, relevantes para una u otra ideología, no dicen nada o dicen poco de la dinámica económica y socio-política que se desarrolla en cada uno de los países. Esta dinámica responde a los estilos o modelos de desarrollo que ellos han adoptado con el dominio de un tipo de coalición socio política, funcional a un tipo de acumulación de capital. Sobre este tema y la visión del desarrollo y crecimiento de Waldo Mendoza trataremos en otro artículo.
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La defensa del modelo neoliberal de Ricardo Lago
Félix Jiménez
Economista Ph. D.
Profesor Principal de la PUCP
«No hay piedra de toque para el juicio como aplicarnos a nosotros mismos la ley que a los demás queremos imponer» J. S. Mill
Ricardo Lago ha publicado un artículo en el diario Correo del 07/02/2010, donde intenta rebatir las críticas que le hago a su defensa del neoliberalismo en mi artículo Acerca del debate sobre el modelo neoliberal. Desafortunadamente, como veremos enseguida, Lago responde con prejuicios y agravios.
Sobre el modelo primario exportador
Dice que afirmo que él «defiende el modelo estractivista (sic), desindustrializador, que no genera empleo sostenible y que afecta al medio ambiente, aunque se cuida de no declararlo explícitamente» Pero, lo que yo dije es que «Lago defiende para el Perú el modelo primario exportador, extractivista, desindustrilizador, que no genera empleo sostenible y que afecta al medio ambiente, aunque se cuida de no declararlo explícitamente». El buen lector notará, que no digo que él defiende sus secuelas, sino que él defiende el modelo primario exportador. Que él no crea que esas sean sus secuelas, es otra cosa. Ahora bien, ¿por qué digo que él defiende el modelo primario exportador? Porque él defiende la especialización asociada al libre comercio y en Perú el modelo primario exportador es su resultado. La defensa de la especialización asociada al libre comercio está en su artículo donde, refiriéndose a los efectos del NAFTA en México, dice: «Claro que suben la importaciones....y las exportaciones, de eso se trata, de especializarse en lo que uno es más eficiente». Si Lago cree que el modelo primario exportador no existe en el Perú, que lo demuestre.
Lago es un cultor del libre comercio bajo ventajas comparativas y se proclama por eso defensor de los consumidores, de la soberanía del consumidor. Según esta teoría de las ventajas comparativas, los países comercian porque son diferentes entre sí, es decir, porque tienen distintas especializaciones y que, por lo tanto, pueden beneficiarse del comercio si cada uno produce y vende lo que sabe hacer relativamente mejor. «De eso se trata», dice Lago. Sin embargo, con un poco de análisis no es difícil comprender que el libre comercio basado en el patrón de especialización, en economías en proceso de crecimiento, generaría más pérdidas que beneficios si al abrir el comercio la especialización existente no es la óptima. Además, según la literatura de los años setenta y ochenta, el libre comercio, en ciertas condiciones, puede no ser la mejor opción y resultar incluso una opción inferior a la autarquía (Parrinello, Levy, Krugman, Ros).
Secuelas del modelo primario exportador o modelo del «óbolo minero»Con el modelo primario exportador, basado en la especialización, las inversiones efectuadas en las dos últimas décadas no han modificado los bajos niveles de productividad que se registran desde fines de los años ochenta y tampoco han servido para superar el largo estancamiento de la relación capital/trabajo, importante indicador de modernización. En todo el período neoliberal no hemos tenido proceso alguno de modernización ni de cambio técnico que impacte al conjunto de la economía. Y esto tiene que ver también con el notable deterioro de la educación en todos sus niveles, pues se redujo el gasto del Estado afectando la calidad de todos sus servicios. De otro lado, en esta economía del «óbolo minero», el 71.7% de la PEA de 14.7 millones, trabajan en actividades de servicios y el 77% en empresas de 1 a 10 trabajadores donde el ingreso promedio mensual es 600 soles. Las actividades de servicios, de bajísima productividad, generan el 61% del PBI. Estas son sus secuelas. Por eso digo que la defensa de Lago del libre mercado es deleznable, es decir, inconsistente y frágil.
Los infundios de Lago
Refiriéndose a mi propuesta de planes quinquenales de infraestructura, Lago dice que estos son «Técnicas matemáticas que utilizaban profusamente los burócratas del Gosplan…para sellar con el imprimatur de científicos como Pontryagin, Leontief y Kantorovich…sus “planes quinquenales” de inversión y producción. Planes que suplantaban la soberanía del consumidor y decidían por nosotros sobre nuestras vidas». Este párrafo, de intenciones sibilinas, sugiere que yo adhiero a la ideología del Gosplan. Lago lee lo que el imagina e imagina de acuerdo con sus odios ideológicos. Si este no fuera el caso, él entendería que en el tema de infraestructura y en otros, el Perú merece un gobierno contrario a la improvisación para involucrar al sector privado, con planes y proyectos de plazos definidos, en la tarea de conectar la economía con la demografía y la geografía, y de ordenar el territorio económica y ecológicamente.
Finalmente, refiriéndose a Howard Fast, autor del epígrafe que encabeza mi artículo --Se hace duro pensar cuando el mundo entero tiene miedo del pensamiento o la verdad--, Lago dice: este «autor de la extraordinaria novela Espartaco,…fue militante del partido comunista de los EEUU y merecedor en 1953 del Premio Stalin de la Paz en la peor época de la URSS ¡Vaya menudo inspirador, un stalinista!»? Lago intenta invalidar mis argumentos creando sospecha. Si esto no es verdad, entonces es un ignorante de la obra de Fast, es decir, Lago desconoce la obra de Howard Fast. Fast no solo escribió Espartaco, sino muchas otras obras como La Pasión de Saco y Vanzetti, Moisés: Príncipe de Egipto y El Dios Desnudo. Esta última, publicada en 1957, es una crítica al totalitarismo de Stalin y un canto a la libertad. En esta obra, Fast dice «El mañana pertenece a aquellos que rompen las paredes de la prisión que encierra la mente humana, no a aquellos que sostienen esas paredes». Me pregunto si Lago sabrá de cual de las obras de Fast saqué la cita que encabeza mi artículo.
Publicado en La República el 14 de febrero de 2010
¿En defensa del Modelo neoliberal?
Este es una ideología universal y se la encuentra en todos los países tanto en los desarrollados como en los subdesarrollados y dependientes. Sin embargo, en los únicos países en los cuales se manifiesta como modelo económico es en los países subdesarrollados y dependientes. La razón es que en estos países, el Estado es débil y casi inexistente. El poder económico corrompe al Estado y “captura” a los funcionarios. La ideología neoliberal que sostiene que el Estado (corrompido por los beneficiarios de esa ideología) es corrupto y que por ello debe reducirse aún más, encuentra su máximo desarrollo en países atrasados como el nuestro. En estos países, la regulación o es pobre o es inexistente, el Estado está prohibido de incursionar en la actividad económica y sirve de apoyo a los poderes económicos para que estos incrementen sus utilidades, con lo que se restringe su capacidad de desarrollar y profundizar los mercados. En el comercio exterior, se propone la liberalización unilateral y, últimamente, los llamados TLC´s que no son sino acuerdos bilaterales inequitativos entre grandes potencias económicas y países pequeños como el nuestro. Si la ideología general considera permisible la participación del Estado cuando existen las llamadas “fallas del mercado”, en los países donde el neoliberalismo existe como modelo no se aceptan ni siquiera esas consideraciones. En ellos se considera más bien que esas fallas permiten y facilitan el surgimiento y crecimiento de los que serán los capitanes de industria, que deberán conducir al país al desarrollo. El modelo económico neoliberal es un remedo del funcionamiento de las economías europeas del siglo XVIII y XIX.
Las conquistas democráticas, en todos los países, han ido transformando al modelo neoliberal.
El primer anti-neoliberal en la historia del pensamiento económico fue Keynes. En la primera página del primer capítulo de su libro La Teoría general del empleo, el interés y el dinero, escribe que desde el título escogido es “para contrastar el carácter de mis argumentos y conclusiones con los de la teoría clásica”. Él, cuyo objetivo fue salvar a la economía de mercado, afirma en seguida, que la “teoría clásica” es aplicable a sólo un caso y “las características de ese caso especial no son los de la economía en la que vivimos actualmente, con el resultado de que sus enseñanzas son erróneas y desastrosas si tratamos de aplicarlas a los hechos de la experiencia”. Es decir, el desarrollo social y económico había convertido a esos planteamientos de los siglos XVIII y XIX en obsoletos e inadecuados. Las propuestas neoclásicas ya no correspondían a la realidad. El odio de los neoliberales contra Keynes es conocido.
El desarrollo de los sindicatos constituyó un golpe a la economía “clásica” [1] que sostenía la “libre contratación”, la que ocultaba el real poder monopsónico de los empresarios sobre los trabajadores. Este es uno de los puntos que los neoclásicos quisieran resucitar, pues, para ellos, sin sindicatos y contratos laborales de mediano plazo, el mercado global funcionaría perfectamente y los precios se ajustarían inmediatamente.
A nivel político-social, el desarrollo de la democracia que acompañó al crecimiento de las ciudades y al desarrollo de la gran industria, fue otro golpe a la ideología “clásica”. La democratización de las sociedades hizo indispensable la creación de mecanismos institucionales que atenuaran los ciclos económicos, pues una sociedad democrática no podía subsistir con grandes niveles de desempleo. Es decir, tenían que ayudar y, en algunos casos, sustituir al mercado para que la economía de mercado funcione adecuadamente.
En Europa la transformación forzada sobre el modelo ha sido tan significativa que es imposible decir que en ella existe como modelo esta versión de la economía de mercado. Allá la educación pública es universal y obligatoria, y es mejor que la educación privada; también la salud pública es un derecho universal. Los sindicatos son parte de la institucionalidad del Estado. La regulación bancaria, financiera, de consumo, etc., también lo es.
Sin embargo, sí es posible decir que allá, con frecuencia, se pueden proponer y se aplican algunas políticas o medidas neoliberales. Por ejemplo, los países nórdicos, en los últimos 20 años, han aplicado políticas económicas que implicaron alguna reducción en los ingresos tributarios y un menor gasto fiscal. Sin embargo, nunca se les ocurrió, por ejemplo, reducir fuertemente dichos ingresos y proponer la paulatina e indirecta privatización de la educación pública (o de la atención pública de la salud), reduciendo drásticamente los fondos destinados a ella. Algo similar es válido para Alemania, Francia, Inglaterra (a pesar de Thatcher), etc. Una sociedad de ciudadanos no puede permitir eso.
Por esto, el modelo neoliberal es propio únicamente de países poco democráticos, con habitantes con derechos ciudadanos reducidos, con economías y Estados frágiles pero con algunas relativamente grandes inversiones privadas, tan grandes como para hacer posible que “capturen” al Estado. Es decir, el modelo neoliberal como tal solo es aplicado y defendido en países subdesarrollados.
Hay varias conquistas democráticas que han sido incorporadas en el comportamiento de las economías, que hacen menos viable el modelo neoliberal. Estas son medidas o reglas, establecidas para que el Estado pueda garantizar bajo desempleo y estabilidad de precios.Una de estas conquistas democráticas es, por ejemplo, la creación de condiciones (baja deuda pública, ahorro de superávits fiscales en años de auge) e incluso mandatos normados, que hacen necesaria la existencia de políticas fiscales contracíclicas cuando estas seanrequeridas. También parte de estas mismas conquistas es la creación de reglas de política monetaria que hacen posible la minimización de las fluctuaciones del ingreso y empleo en la economía. Esto implica, políticas monetarias que preserven la estabilidad de precios.Estas políticas son establecidas y aplicadas por los Estados, pues el mercado no las implementaría. No olvidemos que los que más sufren con la inflación y el desempleo son los trabajadores y, en sociedades democráticas, los “policy-makers” saben que ellos (los trabajadores) no están dispuestos a soportarlo.
Otra de estas conquistas es el desarrollo de los llamados estabilizadores automáticos, entre los que se encuentra el impuesto a la renta. También la seguridad social es una conquista contra el neoliberalismo. La legalidad de las organizaciones sindicales y su derecho a la negociación de los contratos, con lo que se estabiliza los ingresos de los obreros y empleados, es también parte de las reglas con las que funcionan las sociedades democráticas y son un golpe al neoliberalismo. Toda la política de regulación en las distintas actividades económicas es también parte de estas conquistas en contra de los fanáticos del libre mercado que, en esta época, son los neoliberales. Sólo en países como Perú la regulación de, por ejemplo, los seguros de vida, etc., son laxos, lo que muestra que los derechos ciudadanos todavía no son una realidad completa. Sólo en países como Perú una empresa como Telefónica (bastante grande en relación al tamaño de nuestra economía), puede evadir a una regulación estricta.
Las malas políticas económicas no son ni neoliberales ni antineoliberales. Lo que ocurre en Argentina no es culpa ni de los planteamientos antineoliberales ni de los que los defienden. Esas son, simplemente, malas políticas económicas. Con toda seguridad, un desarrollo mayor de las instituciones democráticas en Argentina evitaría en el futuro la proliferación de malas políticas, que parece acompañarla desde hace años. No olvidemos que el pueblo no acepta la inflación de precios ni el desempleo.
Es decir, Waldo en vez de elogiar al modelo neoliberal está diciendo que este modelo no puede ni acabar con la pobreza ni desarrollar el país. La mayor hazaña de Waldo, por la imposibilidad de la tarea, es proclamarse keynesiano y lanzar vivas al neoliberalismo.
Los Modelos y La Política
Los modelos y la política
Publicado en La Republica
El modelo económico neoliberal vuelve al debate. Los economistas de la PUCP (Waldo Mendoza, Pedro Fran-cke, Óscar Dancourt, Félix Jiménez, José Oscátegui, Germán Alarco), de Actualidad Económica (Armando Mendoza) y Ricardo V. Lago, economista español que tuvo que ver con la instauración del modelo neoliberal extremo en los 90, han esgrimido argumentos a favor y en contra. Manteniendo un excelente nivel académico, la discusión es, sin embargo, asequible a los no iniciados. Queda claro que no existe un solo modelo de crecimiento, que el neoliberalismo extremo es sólo uno más (con resultados discutibles) y que entre los polos del mercado y del Estado caben otros modelos posibles.
Me permito citar in extenso el excelente artículo de Óscar Dancourt para situar y entender mejor el debate: “El desempeño macroeconómico (…) de economías poco industrializadas como las del Perú (…) depende de tres factores independientes entre sí: 1) el contexto externo (precios mundiales de materias primas altos o bajos, entrada o salida de capitales extranjeros, la economía mundial crece o no), 2) la política macroeconómica a cargo del banco central (…) y del fisco (…) y, por último, 3) el modelo de crecimiento que se refiere a un conjunto de rasgos estructurales de la economía (cuánto Estado y cuánto mercado, cuánta industria manufacturera y cuánta exportación primaria, cuánta protección arancelaria y cuánto libre comercio, cuánto sindicalismo y cuánta represión laboral, cuánta dolarización y cuánta desregulación financiera, libre movilidad de capitales o no, cuán extensa y eficaz la red de protección a los pobres y cuánta redistribución vía impuestos desde arriba hacia abajo, etc)”.
“El error más común es atribuir el desempeño macroeconómico al modelo, olvidando el papel que juegan los otros dos factores. Es claro, sin embargo, que para comparar dos modelos distintos hay que descontar el efecto positivo o negativo que el contexto externo y la política macroeconómica tienen sobre el crecimiento del empleo y la producción, la inflación y la pobreza. Si esto no se hace, podemos elegir como el mejor modelo al que, en realidad, es el peor”.
El debate de los economistas se mueve en un nivel tecnoeconómico. El riesgo es que se quede allí. Ningún modelo de crecimiento es viable si no hay una correlación social y política de fuerzas que lo haga viable. El neoliberalismo extremo se impuso no sólo por la desastrosa situación económica de algunos países de AL sino gracias al impulso de los poderes fácticos (organismos financieros internacionales, inversión extranjera, burguesía local, medios) y a la derrota de la izquierda, de los sindicatos y los movimientos sociales. En otros países (como Brasil) la élite estatal y los partidos de centro y de izquierda impulsaron una economía de mercado abierta a un papel activo y eficiente del Estado alcanzando resultados satisfactorios. En toda AL el tipo de la relación entre economía de mercado y Estado depende de la relación social y política entre las fuerzas conservadoras y las progresistas y de izquierda.
Así fue también en el pasado si se miran los diversos modelos de crecimiento y desarrollo. En la industrialización temprana (Inglaterra, Francia, Estados Unidos) jugó un papel central el mercado y los empresarios privados, en la tardía (Alemania, Japón y en parte Italia) el impulso central estuvo en manos del Estado y la banca privada. En donde la cosa no funcionó fue en las industrializaciones postardías de Hirschman (España, Portugal, Grecia y en América Latina) en las que el rol activo del Estado no obtuvo los resultados esperados. Pero en los llamados tigres asiáticos una élite estatal muy calificada (con estudios en las mejores universidades del mundo) y reclutada en base al mérito logró formular proyectos agresivos de industrialización, comprometió a las élites privadas y consiguió los resultados que todos conocemos.
MEF y BCRP en el auge
El oscuro presente de la Descentralización
La defensa del modelo neoliberal de Ricardo Lago