Oscar Dancourt[1]
La madre de todas las burbujas financieras globales se esta gestando al calor de las políticas monetarias expansivas que imperan en el centro de la economía mundial. Y como todas las burbujas, esta va reventar tarde o temprano. Ese es el mensaje de un articulo publicado a principios de noviembre en el Financial Times por Nouriel Roubini, el economista que pronostico la crisis financiera y la recesión del 2008 en USA.
Los precios mundiales de las materias primas y los precios de otros activos financieros (como las acciones que se transan en las bolsas de valores), han subido desde marzo pasado mucho y muy rápido, de acuerdo a Roubini. Por ejemplo, el precio del cobre se empino recientemente hasta los 3 dólares la libra después de haber caído a un mínimo de 1.20 dólares durante el pánico financiero de fines del 2008.
Los precios internacionales de las materias primas, como el petróleo o los metales industriales, responden tanto a una demanda real generada por el aparato productivo mundial, como a una demanda especulativa; por ejemplo, se compra barato para vender caro, porque se cree que los precios van a seguir subiendo. De acuerdo a Roubini, si bien la recesión global terminó en el tercer trimestre del 2009 al crecer la producción en USA, la euro zona y Japón, la recuperación de la economía mundial es anémica y, por tanto, no existe una demanda real que justifique que los precios de las materias primas hayan subido tanto.
La única razón que explicaría que los precios de las materias primas sigan subiendo es la existencia de una fuerte demanda especulativa. Es decir, los precios suben ahora porque el mercado cree que subirán en el futuro. Y mientras mas suben hoy, mayor es la confianza en que seguirán subiendo mañana. Esa es la definición de una burbuja.
Según Roubini, la demanda especulativa que alimenta esta burbuja de los precios de las materias primas esta financiada por la política de bajas tasas de interés que impera en el centro de la economía mundial. Esta política de tasas de interés cero es el arma usada por los bancos centrales para combatir el desempleo record, por encima del 10% de la fuerza laboral en USA y Europa, que ha generado la peor recesión global de los últimos 60 años.
La historia de las crisis financieras muestra que las burbujas revientan cuando algún evento quiebra la confianza del mercado en que los precios seguirán subiendo. De repente, todos quieren vender y los precios de las materias primas y otros activos financieros se desploman de manera fulminante, como ocurrió en el segundo semestre del 2008. Según Roubini, una modificación de la política monetaria norteamericana de mantener las tasas de interés cercanas a cero, “por un periodo prolongado” como dice el propio banco central, puede ser el evento que pinche la burbuja.
Cuestión de vida o muerte
Las fluctuaciones de los precios internacionales de las materias primas que exportamos son cuestión de vida o muerte para la economía peruana. La razón es simple: nuestras ventas al extranjero representan un cuarto de la producción anual (PBI) del país; y las materias primas como el oro, el cobre, el zinc, o la harina de pescado constituyen el 75% de nuestras exportaciones totales.
A raíz de la crisis financiera y de la recesión global de 2008-09, los precios de los metales y otras materias primas se desplomaron, de tal modo que el valor en dólares de estas exportaciones peruanas se redujo un 26% durante enero-setiembre del 2009, respecto al mismo periodo del año anterior. Y también se achico el mercado externo para nuestras exportaciones no tradicionales, como polos de algodón o espárragos, que decrecieron un 22% en igual periodo.
Una reducción de las exportaciones tiene un doble impacto sobre la economía peruana. De un lado, la recesión se transmite al resto de la economía porque se reducen los salarios ganados en las industrias de exportación que se gastan en el resto de la economía, o porque la industria de exportación requiere menos insumos producidos en el resto de la economía, o porque el gobierno cobra menos impuestos a la industria de exportación y tiene menos para gastar en el resto de la economía. Del otro lado, una reducción repentina de las exportaciones hace más escaso el dólar en el país y presiona su precio al alza.
En el segundo semestre del 2008, pudimos apreciar tanto el impacto recesivo de una caída de las exportaciones como la presión al alza del dólar que ella genera. Ciertamente, ambos efectos fueron agravados por una violenta salida de capitales. Si el banco central no hubiera podido vender la enorme cantidad de dólares que efectivamente vendió en 3 o 4 meses para bloquear esta subida del dólar, la situación macroeconómica actual seria mucho peor.
¿Que hacer?
La experiencia indica que es fácil equivocarse cuando se intenta predecir el curso futuro de los precios internacionales de las materias primas. Eso le pasó al Ministro de Economía actual cuando dijo que los precios de las materias primas seguirían subiendo por muchos años más, justo antes de que estos se desplomaran en el segundo semestre del 2008.
Como no es posible contratar a un Nostradamus que conozca el futuro, la única solución sensata es suponer que el caso malo va a ocurrir (hay una burbuja y va a reventar) y actuar en consecuencia. Si se desploman los precios de las materias primas que exportamos en 2010 o 2011, seguramente el banco central tendría que vender una enorme cantidad de dólares para impedir que el dólar suba muy rápidamente. Así que lo mejor que puede hacer ahora el banco central es comprar dólares mientras los precios de las materias primas están altos, para poder vender dólares cuando estos precios bajen. Si no bajan, habrá reservas de divisas suficientes para encarar con holgura la coyuntura electoral.